Grand Theft Encyclopedia
Grand Theft Encyclopedia
(Finalización general de la historia (pendiente de cambios))
Sin resumen de edición
Línea 4: Línea 4:
 
|creador=[[Usuario:Rick LB|Rick LB]]
 
|creador=[[Usuario:Rick LB|Rick LB]]
 
|ant=Ninguno
 
|ant=Ninguno
|Sig= [[Historias:V V: Vercetti en Vietnam. Informe 2.]]
+
|Sig= [[Historias: V V: Vercetti en Vietnam. Informe 2.]].
 
}}
 
}}
   
Me llamo Thomas Vercetti. He matado gente de todas las formas posibles y por todos los motivos posibles. He combatido codo con codo con mi país, he realizado crímenes por dinero y me he quitado gente de en medio por poder. Tengo muchas historias que contar, y una de ellas, fue mi largo servicio en Vietnam, desde mis 17 hasta los 19.
+
Me llamo Thomas Vercetti. He matado gente de todas las formas posibles y por todos los motivos posibles. He combatido codo con codo con mi país para neutralizar la amenaza comunista, he realizado crímenes por dinero y me he quitado gente de en medio para adueñarme yo de esta ciudad. Tengo muchas historias que contar, y una de ellas, fue mi largo servicio en Vietnam, desde mis 17 hasta los 19.
   
   

Revisión del 16:57 24 abr 2010


Me llamo Thomas Vercetti. He matado gente de todas las formas posibles y por todos los motivos posibles. He combatido codo con codo con mi país para neutralizar la amenaza comunista, he realizado crímenes por dinero y me he quitado gente de en medio para adueñarme yo de esta ciudad. Tengo muchas historias que contar, y una de ellas, fue mi largo servicio en Vietnam, desde mis 17 hasta los 19.


Capítulo Primero

Fecha: 1987. Lugar: Celdas de la comisaría de Ocean Beach, Vice City.

Vercetti (con resaca) estaba hablando con un chico, contándole sus historias mientras el resto de presos intentaba no escucharle.

Vercetti: Y eso es, chico, allí en Vietnam follábamos como cabrones. Esas putitas de allí estaban que te cagas, había una que se llamaba Co y nosotros la apodábamos la Reina Chup-Chup. No puedes ni imaginar lo bien que se le daba y claro, todos estábamos la mar de contentos hasta que un gilipollas le dijo a su madre lo que pasaba, por lo que hubo una movida con la prensa civil. El oficial, claro, no se puso muy contento y les prohibió la entrada a la base. Entonces, fuimos a un bar, nos emborrachamos todos y acabamos en el primer prostíbulo que vimos, nos trincamos a todas y contrajimos la gonorrea, y demás.

Un hombre de tamaño colosal se acerca a Vercetti: Oye, tú. Deja de intentar sorprender al chaval con tus historietas. A nadie le importa lo más mínimo tus historias de guerra.

Vercetti se levanta y le encara: ¿Quieres pelea, relleno de jamón? Con lo gordo que eres aún no consigo entender que quepamos todos aquí.

El hombre reaccionó tratando de golpear a Vercetti, pero éste se defendió esquivando el puñetazo por el interior para noquearlo después de un gancho en la cara. Aquel hombre, que tenía la nariz rota, con furia se abalanzó sobre Vercetti, pero éste fue más ágil y le acertó de una patada en los órganos genitales, haciendo que aquel hombre se agachara. Vercetti le propinó un rodillazo en el rostro, para después, dirigirlo a los barrotes de hierro, dejándo al hombre inconsciente. Todos en la celda miraron expectantes a Vercetti, que se dirigió otra vez al chaval.

Vercetti: Bueno, ¿qué estaba yo contando?

Chaval: ¿Por qué se metió en el ejército?

Vercetti: Todo comenzó hace mucho tiempo. Tendría yo 10 años. No tendría sentido contar mi experiencia en Vietnam si antes no cuento cómo acabé allí.


Lugar: Imprenta de Portland, Liberty City. Fecha: 1961.

Señor Vercetti: Y ya está, Tommy, así se cambian los rollos de imprenta. Muy bien, hijo.

Tommy: Padre, dijiste que aquí prosperaríamos, el sueño americano, el pase a la buena vida, y nos tiramos horas y horas currando para nada. ¿Para qué?

Señor Vercetti: Mira, hijo, el sueño americano es nuestra meta. Lo que trabajamos hoy, es el pan de mañana, y vamos prosperando, chico, no seremos ricos, pero seremos trabajadores honrados, ejemplos del italoamericano currante de éste país. Y lo mejor, es que algún día, ésto será tuyo. Ésta imprenta, será tuya cuando seas mayor, por eso debo enseñarte lo que necesitas saber para mantener el negocio, para que cada vez, prosperemos más.

Tommy miró a su padre y le dijo: Esto no es justo. Mucha gente tiene resuelta su vida desde que nace.

Señor Vercetti: La vida, a veces no es justa, Tommy. El dinero, para nuestra desgracia, mueve el mundo.

Tommy: Padre, ¿crees que llevaré bien la imprenta?

Señor Vercetti: No lo dudo ni por un segundo. Recuerda, Tommy: la fuerza de voluntad, es más poderosa que la fuerza en sí.

Llamaron a la puerta y el Señor Vercetti abrió. Se encontró con tres hombres trajeados y Tommy miraba la escena medio escondido.

Señor Vercetti: ¿Quienes son ustedes? Hemos cerrado hace 30 minutos.

Hombre 1: ¿Es usted el señor Vercetti, dueño de ésta imprenta?

Señor Vercetti: Así es, pero si lo que quieren tiene que ver con mi trabajo, ahora no puedo atenderles.

Hombre 1: No venimos para encargarle un trabajo, señor Vercetti, el señor Falcone está interesado en comprar la imprenta, ofreciendo a cambio una buena suma.

Señor Vercetti: Lo siento mucho, pero esto es todo lo que tengo y no lo vendo, señor. Esto es mi vida.

Hombre 1: El señor Falcone estará muy desilusionado con su actitud. Si usted firmara, yo sería el director de la imprenta y le contrataría como primer empleado...

Señor Vercetti: Díganles a ese señor Falcone que Vercetti no vende - y les cerró la puerta en las narices.

Tommy: ¿Quién es el señor Falcone?

Señor Vercetti: Ni idea, será otro millonetis que lo querrá poseer todo, pero Tommy, ésto es nuestro, tuyo y mío, y no lo vendemos. ¿Está claro?

Tommy: Sí padre - padre e hijo se dan un abrazo y ambos suben a sus dormitorios, situados encima de la Imprenta.


Al día siguiente...

Unos gritos y unas voces resonaron en la imprenta, lo que hizo que Tommy se despertara. Al bajar, se encontró a su padre discutiendo con aquellos hombres de ayer.

Señor Vercetti: ...basta ya, ¡FUERA DE MI CASA! ¡FUERA! - y les cerró otra vez la puerta en las narices.

Tommy: ¿Qué pasa, papá?

Señor Vercetti: Nada, hijo, nada. ¿Qué haces despierto?

Tommy: Me han despertado los gritos.

Señor Vercetti: Tommy, es todavía muy temprano. Vuelve a tu cama.


Unas horas después...


Tommy despertó y salió de su cama en pijama. Tras lavarse la cara, bajó a buscar a su padre.

Tommy: ¿Padre?

Nadie contestó, por lo que Tommy, extrañado, buscó por la imprenta hasta que vio a su padre tumbado.

Tommy: ¿Padre?

Tommy se acercó a su padre y vio que sangraba a borbotones, de hecho, estaba rodeado de un charco de sangre.

Tommy: ¿¡PADRE!?

Tommy se acercó a su moribundo padre.

Tommy: Padre, padre ¿qué te pasa, padre?

Señor Vercetti: Tommy...

Tommy: Sí, padre, ¿quién ha sido?

Señor Vercetti: ¿Te acuerdas...? ¿Te... acuerdas... de los tres tipos... de ayer? - le costaba mucho hablar y escupía sangre.

Tommy: ¿Cuando habíamos cerrado? Sí, padre, los recuerdo. Por favor, por favor, no te mueras... POR FAVOR...

Señor Vercetti: Fueron ellos... Tommy... ellos.

Tommy (las lágrimas inundaban su rostro): Por favor... Por favor...

El señor Vercetti intentó hablar con su hijo de diez años, pero no era capaz de articular dos palabras seguidas. Un último espasmo, y se quedó inmóvil mientras que un aterrorizado niño de diez años gritaba y lloraba junto a él.

Para la prensa fue una noticia traumática y el joven Vercetti fue enviado a un orfanato, en el que ya iba a cumplir un año de permanencia, pero su carácter cambió aún más rápido, volviéndose un auténtico matón.

En ese momento, le había quitado su armónica a otro niño más pequeño.

Tommy: Y como te chives, te piso la cabeza, ¿entiendes?

Niño: Dámelo, dámelo, es mío.

Tommy le empujó con tanta violencia que el niño cayó al suelo.

Tommy: Ahora es mío, y cuidado con lo que dices, capullo.

Tommy cerró la puerta de su habitación, que no compartía con otros niños dado su carácter violento y rebelde, que le había convertido en un chico muy conflictivo y peligroso.

Esa misma noche, conmemoraría el aniversario de la muerte de su padre, por lo que quería estar preparado. Cuando las cuidadoras le ordenaron apagar la luz, el obedientemente lo hizo y esperó un rato. Cuando se hubo asegurado de que no hubiera peligro, abrió su ventana y bajó trepando por el canalillo, era tan delgado y ligero que lo consiguió sin problemas. Una vez fuera, se dirigió a la antigua imprenta de su padre. Tommy había ido otras veces allí y a veces veía al hombre que discutió con su padre para después matarlo al día siguiente, pero todavía, Tommy no había reunido el valor suficiente para acercarse a él, aunque un fuerte sentimiento de odio y venganza crecían en su interior cada vez más rápido. En ese momento, el sueño venció y Tommy cayó sobre el arbusto.

Al día siguiente, le despertaron unos atronadores ruidos.

Tommy reaccionó enseguida y se quedó agachado sobre el arbusto para ver lo que pasaba: Los hombres de Falcone y otros hombres, que no eran policías, estaban enfrentados en un frenético tiroteo con armas automáticas y pistolas. Tommy observaba asustado la escena mientras morían acribillados personajes de ambos bandos. De repente, Tommy sintió, como si de un sexto sentido se tratase, que había alguien detrás, Tommy se dio la vuelta despacio y vio a aquel hombre que había hablado con su padre, el cual luego le identificó como su asesino. Aquel hombre apuntaba a Tommy con un revólver, pero luego lo bajó.

Hombre 1: Chico, lárgate, aquí no se te ha perdido nada.

Tommy observó cómo aquel hombre se dirigía al lugar del tiroteo disparando con su arma. A partir de ese momento, la atención de Tommy se centró en aquel hombre. Los tipos continuaron persiguiéndose y disparándose calle abajo. Tommy rodeó la Imprenta y tomó un atajo. No quería perder a ese hombre de vista. Lo encontró en medio del tiroteo, aunque su bando iba perdiendo. Cuando aquel hombre trató de huir, le dispararon en el estómago, pero eso no le impidió salir de allí, aunque su arma se le había caído y corría con las manos presionándose el estómago. Los otros mafiosos no se fijaron más en él, dado que todavía libraban una batalla con otros que quedaban. Tommy, por su parte, cogió un revólver de uno de los muertos, notó que pesaba, pero aún así, salió a perseguir al tipo.

No tardó mucho en encontrarle, estaba desangrándose de un disparo pidiendo ayuda y apoyado contra la pared de un edificio. Tommy se acercó a él con el revólver.

Hombre 1: Coff, coff, ¿qué haces, chico? ¿qué haces con eso?

Tommy: Tú mataste a mi padre.

Hombre 1: No he conocido a tu padre... coff... ve y busca ayuda... por favor...

Tommy: Mi padre, era dueño de esa imprenta.

Hombre 1(abrió los ojos asustado): ¿Qué tiene que ver Vercetti con esto?

Tommy: Todo - Tommy le apuntó al mafioso con el revólver y le disparó cinco veces. Era la primera vez que disparaba un arma, pero acertó sus cinco disparos a quemarropa. Pasaron unos segundos de silencio - Ya está, padre. Lo conseguí. Te he vengado.

De repente, tres tipos con revólveres se acercaron al lugar y tras ver la escena, apuntaron a Tommy con sus armas insultándole, pero Tommy hechó a correr entre los edificios con los mafiosos detrás y disparandp sin acertar. Tommy giraba y corría en zigzag hasta que se encontró con un callejón sin salida. Cuando dio la vuelta, encontró a uno de los mafiosos de frente apuntándole con su arma. Tommy se tiró al suelo esquivando por poco el disparo y desde el suelo le acertó al mafioso en el estómago, lo que lo hizo caer al suelo. Tommy se levantó y tiró el revólver, ya había gastado las seis balas, aunque los disparos atrajeron a los otros, por lo que Tommy volvió a correr, dado que se acercaban los otros dos tipos y se metió en un bloque de pisos con los mafiosos detrás. Vio que una puerta del primer piso estaba abierta, por lo que se metió allí a toda velocidad, haciendo los ancianos que vivían allí se sorprendieran mucho.

Tommy: Ayuda, por favor, me persiguen dos hombres.

Anciana: Vale, chico, métete en el armario, rápido - Tommy se metió en el armario y la anciana cerró la puerta - Harold...

Pasaron unos segundos hasta que los mafiosos llegaron a la puerta.

Mafioso 3: ¿Dónde está ese niño? ¿Dónde está?

Harold (el anciano): Lo siento señores, no sé de que me hablan.

Mafioso 4:Sabemos que está aquí, no nos vengas con...

Se oyen dos disparos. Luego silencio.

Anciana:Ya puedes salir, chico.

Tommy salió del armario y contempló la escena. Los mafiosos estaban muertos y el tal Harold empuñaba una pistola Colt 1911.

Harold: No disparaba mi arma desde la toma de Chambois.

Tommy: ¿Usted combatió en la guerra?

Harold: Sí, chico. Me hirieron en Chambois y ni siquiera me dieron una medalla.

Tommy: Mi padre también luchó en la guerra. Vercetti, ¿le conoció?

Harold: Puede que sí y puede que no. Ahora márchate, chico, antes de tener más problemas, huye.

Tommy salió del bloque a todo correr para dirigirse al siguiente barrio de Liberty City.


Comisaría de Ocean Beach, Vice City. 1987.

Vercetti: Y ahí lo tienes chaval, mi primer asesinato fue a los 11 años, maté al tipo que mató a mi padre y se apropió de la imprenta. Jamás pude volver por ahí y me tuve que dedicar a lo más bajo, como robar y demás para sobrevivir. Los del orfanato ni siquiera denunciaron mi desaparición, así que tuve vía libre para actuar.

Chaval: ¿Y ese tal Falcone? ¿Lo mataste?

Vercetti: No tuve oportunidad, se había hecho tan influyente en Liberty que era imposible cargárselo, a parte de que yo tenía miedo de que los mafiosos esos quisieran vengarse de mí por lo del asesino de mi padre, por lo que tuve que jugármela varias veces para conseguir comida y ropa. No te preocupes, chico, que Falcone llegará después. Cuando tenía 16 años, vi los panfletos acerca del servicio militar, por lo que me interesó y me metí, pero lo hice para poder comer y dejar de robar. Así dejo atrás cinco años de mi vida.

Chaval: ¿Y si no hubieran matado a su padre, usted...?

Vercetti: Sí, hubiera seguido con el negocio de mi padre para toda mi vida, pero a raíz de eso, me metí de lleno en la primera derrota militar de los Estados Unidos de la historia: Vietnam. Y aquí, empieza la historia, chico.

Chaval: ¿Por qué nos está contando que mataba gente a los 11?

Vercetti: ¿A quién se lo podrá contar usted? Dentro de varias horas, los hombres de uniforme me sacarán de aquí, así que, mientras tanto, os contaré cómo me fue en lo de Vietnam.

Los demás presos hicieron muecas y emitieron quejidos, pero al ver la paliza que le había pegado Vercetti a aquel hombre gordo, las quejas no pasaron de allí.


Capítulo Segundo

Fecha: 1967. Lugar: Liberty City.

Tommny, a sus 16 años, estaba esperando junto a otros hombres el autobús que les llevaría a la base militar donde sería instruído y entrenado. Nadie hablaba con nadie, Todos esperaban con su petate la llegada del autobús. Los segundos se hacían minutos, y los minutos se hacían horas. Empezó a llover, por lo que la mayoría de los chicos (que tendrían una edad similar a Tommy) se cubrían sus cabezas con los petates, pero no él, Tommy Vercetti, él siguió de pie de cara a la lluvia, como desafiándola a arreciar con mása fuerza.


Un autobús de color caqui frena delante de ellos salpicándolos de barro y agua a todos. El conductor abrió la puerta.


Conductor: Vamos, coño, llego tarde, moved a dentro el puto culo si no queréis calaros, moveos, vamos.


De uno en uno, los aspirantes a soldados iban entrando en el autobús. Cuando Tommy estaba por entrar, otro de los aspirantes, que estaba detrás de él le empujó, tirándolo al encharcado suelo.


Aspirante a soldado: Más suerte la próxima vez.


Cuando Tommy se levantó, era el último que quedaba por subir.


Conductor: Vamos maricón, ¿necesitas una invitación especial o crees que eres especial? ¡Sube de una puta vez!


Tommy subió al autobús y el conductor cerró las puertas. Aceleró de forma tan brusca que Tommy casi se cae. Para no darle otra excusa al conductor para insultarlo de nuevo, Tommy buscó asiento. Todos estaban ocupados, hasta que Tommy encontró al tipo que le empujó, que estaba ocupando dos asientos por que tenía los pies extendidos.


Aspirante a soldado: Ocupado, capullo.

Tommy: O me dejas sentarme o te abro la cabeza, gilipollas.


Aquel tipo se levantó con aire arrogante y le espetó a Tommy sonriendo de forma chulesca:

Aspirante a soldado: ¿Tú qué me vas a hacer a mí, paleto?


Tommy le pegó un puñetazo en la cara al tipo, que lo tiró a su asiento. Tommy puso su petate arriba del asiento y aprovechando que había hueco, se sentó. El otro tipo se agarraba su nariz, de la cual salía sangre.

Tommy: Si vuelves a tocarme las pelotas niñato de papá, te aseguro que no vivirás para contarlo. ¿Capicci?

El tipo no contestó, al menos de forma verbal, dado que siguió gimiendo.

Tommy: ¿Cómo te llamas?

Aspirante a soldado: ...Jonathan.

Tommy: Bien, Jonathan, espero que ya te hayas enterado de lo que pasará si vuelves a joderme.

Jonathan no contestó.


El viaje en autobús duró bastante hasta que llegaron a un lugar que Tommy no reconocía, de hecho, ni siquiera sabía dónde estaba.


Conductor: ¡Vamos, maricones, abajo, abajo!


Poco a poco, los aspirantes a soldados bajaron del autobús. Lo primero que Tommy vio al vbajar fue un enorme campo de entrenamiento y al otro lado, unos barracones. Llegó un hombre que los guió a una peluquería, donde a todos les raparon el pelo. Para Tommy, no fue una experiencia agradable, dado que el peluquero no lo rapó con excesivo cuidado.


Todavía le picaba un poco la cabeza cuando todos los soldados, cada uno posicionado junto a su litera, conocieron a su Instructor Jefe.


Sargento: Soy el sargento de artillería Goldwing y seré vuestro instructor jefe durante los seis meses que permaneceréis aquí. Como soy muy duro, sé que no os voy a gustar, tanto mejor, así aprenderéis más y mejor. Mi labor consiste en convertiros en hombres, cosa que ocurrirá si sobrevivís al entrenamiento que os tengo preparado. No hablaréis hasta que un oficial, es decir, yo, os hable primero, y para dirijiros a mí, me llamaréis señor, empezando y acabando con esta palabra, ¿entendido?

Todos: Señor, sí, señor.

Sargento Goldwing: ¡Más alto, hijoputas!

Todos: ¡Señor, sí, señor!

Sargento Goldwing: Veo que el ganado que nos han traído hoy nos ha venido podrido - Goldwing se acerca a un soldado de color - Tu nombre, soldado.

Soldado de color: Recluta Marshall.

El Sargento Goldwing le dio una bofetada.

Sargento Goldwing: ¿Sabes por qué te he dado una bofetada?

El Recluta Marshall negó con la cabeza, y el Sargento, ésta vez, le pegó un puñetazo en el estómago que dejó a Marshall doblado.

Sargento Goldwing: Por no llamarme señor, desgraciado. ¿Lo has captado pichafloja?

Recluta Marshall: Señor, sí, señor.

Sargento Goldwing: Vamos, arriba, que por lo menos parezcas un marine americano, si no tienes huevos, entonces disimula.

Recluta Marshall: Señor, sí, señor.


El implacable sargento chusquero se acercó a Jonathan y vio la sangre alrededor de su nariz que éste no había alcanzado a quitarse.

Sargento Goldwing: Coño, parece que tú ya vienes curtido de casa, ¿qué te ha pasado, recluta?

Jonathan: Señor, otro recluta me agredió, señor.

Sargento Goldwing: Dígame quién.

Jonathan: No sé su nombre señor.

Sargento Goldwing: Pues entonces señálelo, idiota.


Jonathan señaló a Tommy y el sargento se dirigió a él.


Sargento Goldwing: Nombre.

Tommy: Señor, recluta Vercetti a sus órdenes, señor.

Sargento Goldwing: ¿Se cree muy duro, recluta Vómitos?

Tommy: Señor, no, señor.

Sargento Goldwing: ¿Entonces por qué has agredido a ese recluta?

Tommy: Señor, me faltó al respeto, señor.

El sargento le escupió en la cara.

Sargento Goldwing: Vamos, recluta Vómito, yo le estoy faltando al respeto, ¿por qué no me agrede? ¿eh?

Tommy: Señor, el recluta no debe agredir a un oficial superior, señor.

Sargento Goldwing: Bien, por fin uno de toda esta panda de maricones sabe a lo que viene.


El sargento se dirigió a otro recluta.


Sargento Goldwing: Nombre, recluta.

-: Señor, recluta Addison, señor.

Sargento Goldwing: ¿Le gusta mamar pollas, recluta Addison?

Recluta Addison: Señor, no, señor.

Sargento Goldwing: ¿¡Cómo que no!? Seguro que usted se la traga toda entera para luego limpiarla con la lengua. Por culpa de maricones como tú esta puta guerra aún no se ha acabado - El sargento le hizo un amago al recluta Addison, que se achantó y se echó hacia atrás temblando de pies a cabeza - maricones...


El sargento gastó los siguientes cinco minutos insultando a todo recluta al que fijaba su mirada. Tommy sabía que el entrenamiento no iba a ser nada agradable. A la mañana siguiente, el Sargento los levantó y les hizo correr una agotadora marcha antes de poder desayunar. Cuando los reclutas terminaron el desayuno, el Sargento les ordenó estarse firmes y se dirigió a Tommy:

Sargento Goldwing: Tú, hijoputa, quiero que limpie los inodoros de forma que queden como los chorros del oro.

Tommy: Señor, sí, señor.


Tras un agotador día que prácticamente se compuso de marchas e insultos por parte del Sargento Goldwing, los reclutas fueron llevados a su barracón para que éstos pudieran descansar.


Durante los días que pasaron en aquel campamento sin nombre, los reclutas fueron obligados a saltar obstáculos y aprender a manejarse con las cuerdas entre otros tipos de entrenamientos explosivos, poniendo cada día al límite su resistencia física y psicológica, dado que la presión ejercida por el Sargento Goldwing no ayudaba mucho. Pronto, llegaron a la parte del entrenamiento con la que más se familiarizó Tommy: las armas de fuego. Aquel día, el Sargento Goldwing estaba "de buen humor", dado que en vez de insultar y humillar a los reclutas como de costumbre, los llevó al campo de tiro para soltarles allí un discursito.

Sargento Goldwing: Reclutas, el arma más poderosa del mundo es un marine y su fusil. Un marine es una máquina de matar, con la sangre más helada que los polos, pero un marine desarmado es una cagada, al igual que un fusil sin dueño, una cosa sin la otra no tienen significado, así que, si en algún momento en combate os encontráis sin munición, haced lo que sea para conseguirla, ya sea quitándosela a los muertos o robándosela al enemigo. El fusil que llevo en mis manos ya lo conocéis, es vuestro fiel M14 con el que habéis estado haciendo la instrucción, aunque su amistad puede cambiar según en qué manos esté, por lo que nunca dejéis que el enemigo, en este caso, esos asquerosos comunistas, os quite el fusil. Un marine debe tener claro cuál es su objetivo: Matar y punto. Si en el momento de la verdad dudáis, seréis marines muertos, o sea, inútiles para el ejército, aunque eso depende, quizá podáis servir de pasatiempo para esos putos comunistas, les da igual si estáis vivos, muertos o dormidos, por lo que las únicas reglas con las que debéis jugar son estas dos: , repetid las reglas, vamos.

Todos los reclutas: No dejarme coger y no dejarme matar, y en caso de saber que voy morir, matar a todo comunista que vea.

Sargento Goldwing: Bueno, por lo menos la parte teórica a entrado. Ahora empezaremos con la práctica, que cada uno coja un M14, ya - los reclutas cogieron fusil y cargador - vamos, coño, que no tenemos todo el día.

Un minuto después, los soldados estaban disparando sus armas. El sargento Goldwing observaba a Vercetti, que de momento, era con diferencia el que mejor disparaba, dado que era uno de los pocos que se acarcaba al centro de la diana.


Sargento Goldwing: Sobresaliente, Vercetti. Le recomendaría para oficial, si no fuera por que desaprovecharíamos un buen soldado.


Lejos de ellos, el recluta Addison obtenía resultados similares a los de Tommy.

Sargento Goldwing: Muy bien, recluta Addison, ha conseguido sorprenderme. ¿Dónde aprendió a disparar?

Recluta Addison: Señor, mi padre me enseñó, señor.

Sargento Goldwing: Así me gusta, introducido en las buenas costumbres americanas. ¿Qué clase de arma disparaba?

Recluta Addison: Señor, un Winchester 1897, señor.

Sargento Goldwing: ¡Ah! Un arma de guerra. ¿Su padre es militar?

Recluta Addison: Combatió en el Pacífico, señor.

Sargento Goldwing: Muy bien, recluta Addison, siga así.


Los reclutas llegaron al barracón bastante más contentos de lo normal, quizá, por que el entrenamiento con armas de fuego les pareció más alegre que cualquier otro. Tommy coincidió con Addison.

Tommy: Oye, tu padre era militar, ¿no? Os he oído antes al sargento y a tí.

Addison: Sí, combatió por Okinawa y Peleliu. ¿Tú tienes algún pariente militar?

Tommy: Mi padre estuvo en la toma de París, le relevaron y volvió. Por cierto, me llamo Thomas.

Addison: Matt.


Ambos reclutas se estrecharon las manos. En ese instante apareció el Sargento.

Sargento Goldwing: Vamos, a dormir, nenas.


A las cinco de la mañana, el sargento irrumpió en el barracón haciendo sonar una trompeta.

Sargento Goldwing: Vamos, arriba, arriba. Un marine debe saber improvisar, vamos, pandilla de perezosos, el enemigo no espera a que vosostros os pongáis cómodos, vamos, arriba, manionras militares, todo el mundo en pie.


Y así, durante los seis meses de entrenamiento hasta que llegó el día de la graduación.

Sargento Goldwing: Recluta Vercetti.

Tommy: Señor, sí, señor.

Sargento Goldwing: Fusilero. Recluta Addison.

Matt Addison: Señor, sí, señor.

Sargento Goldwing: Fusilero. Recluta...



Fecha: Año 1987.

Lugar: Celdas de la comisaría de Ocean Beach, Vice City.


Vercetti: Y así fue cómo nos graduamos. Goldwing, a pesar de ser un gilipollas, nos instruyó bien, de hecho, creo que si nos hubiera instruído otro tío, nos hubieran matado a todos. Creo que le acabé cayendo bien. ¿Sabes, chico, que cumplí mis 17 en esa barraca y el único regalo que me hicieron fue una marcha nocturna?

Chaval: Vaya...

Vercetti: Bueno, vaya, creo que nos hemos quedado sin público - Era cierto. Los otros presos estaban literalmente fritos - Pues eso, a partir de ahí, nos enviaron a Vietnam. Al principio parecía agradable, pero luego, a medida que el tiempo avanzaba, veíamos que cada vez la cosa se ponía peor. Dos años estuve tragando mierda, aunque quizá fue esa experiencia la que me permitió sobrevivir hasta el día de hoy.

Chaval: ¿Cómo vivió la guerra? Es decir...

Vercetti: Sí, te entiendo, chaval, prepárate, por que ahora empieza el porno duro.