Grand Theft Encyclopedia
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Obras
Esta historia todavía no está terminada. Psycho1960 está terminándola.
Por favor, antes de realizar correcciones mayores o algún otro cambio, avisa al autor de la historia o a quienes estén trabajando en ella, para poder coordinar la redacción. Si la historia no ha sido editada después de un tiempo considerable, se le dejará un aviso en el muro del autor sobre ello y si no responde en el plazo de una semana dicha historia será borrada.



Introducción

He sido un reportero para el periódico Liberty Tree desde 1967. Mi nombre es Julius Cohen. He investigado y reportado numerosos acontecimientos a lo largo de mi carrera periodística: la matanza de 1971, los cónclaves papales de 1978, la guerra de 1982, la caída del muro en el 89. Pero, ya en 1996, nada parecía más interesante que esta historia que pienso contarles.

Esta historia no es mía. Un hombre que nunca había visto en mis años, de aspecto muy misterioso, vino un día a las oficinas del periódico. En ese tiempo, sólo queríamos saber sobre las pandillas o del último trago de brandy de RC Hole.

  • Hombre: De seguro es usted el reportero…

Era el único en toda la oficina en tener su escritorio al lado de la puerta, eso permitió al sujeto encontrarse con el primer idiota que encontrara.

  • Hombre: ¿Usted es Burner?
  • Julius: No, mi apellido es Cohen, pero…
  • Hombre: Eso no importa, tome esto (le entrega un sobre). Es muy importante que vea esto.
  • Julius: ¿De qué se trata esto?
  • Hombre: No tiene porqué interesarle. Ni mi nombre ni nada. Sólo léalo, y ambos quedaremos muy satisfechos.
  • Julius: Oiga. Este es un periódico profesional. No aceptamos cualquier basura así como así. Llévese esto de aquí o yo…
  • Hombre: ¿Usted qué? Ya veo que usted no es Burner, a él podría interesarle esto. Él ganaría muchos premios con esto.

No pude más. La sola mención del egocéntrico y falocéntrico Burner me hizo aceptar ese sobre que traía en la mano. Sin darme cuenta, ese hombre casi había desaparecido, sin antes decir.

  • Hombre: Léalo, es interesante…
  • Julius: Oiga, ¡espere! (aparece otro sujeto)
  • Peter Armstrong: ¿Quién mierda era ese?
  • Julius: No lo sé. Alguien. Sólo vino para dejarme esto.
  • Peter: (Examinando el sobre) Interesante. Sin remitente ni nada por el estilo. ¿Es sobre O’Donovan?
  • Julius. No, ya tengo mucho con esos vínculos con la mafia y estupideces así.
  • Peter: ¡Guárdalo! El idiota de Burner no debe ver esto ni por el oro del mundo.

Todos en la oficina concordamos en que Burner era un imbécil engreído que sólo quería “cogerse” a Kristen Burns, una de las periodistas. Sin embargo, decidí abrir el sobre, el cual no tenía remitente, como lo había descrito Armstrong.

  • Julius: “La última historia hecha”, escrito por… No sale ningún nombre aquí.
  • Peter: Se ve demasiado descuidado. Deberías mantenerlo con extremo cuidado.
  • Julius: Tienes mucha razón. Y con esto, podríamos darle un gran golpe a Ned.
  • Peter: No lo creo, son muy pocos los que se fijan en algo escrito con una máquina de escribir de los años 60.
  • Julius: Ahora todos se fijan en computadoras modernas y cosas así. Pero, esas cosas nos matarán a todos. Te lo aseguro.

Aunque era un hombre confiado, temía de las computadoras. Y ese montón de papeles, de seguro me traería mucha fama. Por muy dañado que estuviera.

  • Peter. Espera, ya casi es hora de salir. No creo que tengas tiempo en leer eso.
  • Julius: ¡Diablos! Tienes razón. ¿Mañana es sábado, cierto?
  • Peter: Sí. Pero, considera que…
  • Julius: Perfecto. Tendré tiempo suficiente para leer esta cosa.
  • Peter: Así será, pero…
  • Julius: Hasta luego, Peter. Nos vemos el lunes.

Lo que no consideré, es que el sábado también habría trabajo. Pero, no me importaba. Ese informe era mi principal prioridad.

Ya el sábado, sólo recibí una llamada de Armstrong. Estaba en absoluta paz, sin nadie que me interrumpiese.

  • Julius: Es muy curioso. A simple vista parece como un informe del FBI, pero más parece una obra de teatro de Shakespeare.

Así era. Comenzaba con algo sobre la familia Sindacco, pero, proseguía como una obra de ficción.

  • Julius: Creo que ese hombre no se dio cuenta de que el Liberty Tree no era una editorial, sino un periódico. Mejor la hojeo un poco.

Varias hojas estaban rotas. Había dos páginas en blanco, sin nada. Pero, el misterioso diseño me convenció, no había autor, ni nada. Y me gustó.

Sin embargo, recibí otra llamada de Armstrong.

  • Peter: El jefe está molesto. Puso al idiota de Burner en tu escritorio. Cohen, yo no aceptaría eso ni con tributos ni oro.
  • Julius: Ehhh, estoy en el estadio olímpico de Wembley, en Londres. No tengo mucha señal Adiós.
  • Peter: Sí, claro. Y yo estoy en Machu Picchu. ¿Crees que yo soy un estúpido?

Finalmente, pude reposar. Decidí empezar a leer “la última historia hecha”. Y, lo digo ahora, no me arrepiento de eso.

La última historia hecha

I.- La conexión italiana

Desde la década de 1980, los relatos fantásticos sobre las pandillas de la costa Oeste de Estados Unidos perdieron fuerza. Las historias sobre hechos reales, donde los conflictos personales y la relación entre semejantes tomaron gran relevancia y se convirtieron en el nuevo pan para escritores emergentes.

La siguiente historia toma lugar entre 1994 y 1995. En ese tiempo, la familia Sindacco, en su desesperado intento de ganar aún más poder, y además del uso de sus “elegantes y originales métodos” comenzó con una de las peores tragedias ocurridas principalmente en el distrito de Torrington, donde se ubicaba una de las mejores oficinas de toda la costa Este de Estados Unidos.

  • Paulie Sindacco: Bueno, como hablamos en la junta pasada, debemos planificar las cosas para este nuevo año, ¿no?
  • Consigliere: Lo siento, jefe. Tuve que retirarme antes de la reunión pasada. Debí perderme de varios detalles.
  • Paulie: No muchos, tenemos algunos planes para ganar aún más dinero, y poder debilitar más rápido al viejo Salvatore Leone. Si no me equivoco, tenemos suficientes hombres y armas para conquistar Chinatown y el distrito Red Light.
  • Soldado 1: Sí, pero debemos encontrar más dinero. Propongo que entremos en el negocio de tráfico de drogas. Los Forellis ya lo intentaron en Florida, ¿por qué no lo hacemos nosotros?
  • Soldado 2: Al carajo con los Forellis. Ya los masacraron en Vice City por el bastardo de Vercetti. No podemos caer a su mismo nivel.
  • Capo Sindacco: Jefe, no podremos tomar esos territorios. El FBI encontró el arsenal en Newport y los Yardies ya han matado a varios hombres nuestros.
  • Paulie: Mierda. Es imposible que entremos en el narcotráfico. Sería una traición a nuestros antepasados. ¡Prefiero traficar osos de peluche a drogas!
  • Consigliere: No todo está perdido, Paulie. Hay otra solución, y no tendremos problemas con la maldita ley.

La solución era tan perfecta, tan limpia, tan divina que ni el presidente de Francia podría verlo sin vomitar. Pero, lo que vendría después no era políticamente correcto, pues, ¿quién haría ese trabajo?

  • Consigliere: De seguro escucharon en la radio, la celebración que hubo en una de las oficinas del Jefferson Street.
  • Paulie: ¿La oficina de la FDA? No digas que vamos a robar esa oficina. Hasta la casa del alcalde tiene más dinero.
  • Consigliere: No digo que vamos a robarla. Mi plan es este: enviaremos a un puñado de hombres para que trabajen en esa oficina, y el dinero de ellos, se lo quitaremos por medio de sus cuentas bancarias. Recuerdo tenerlas cuando firmaron por el seguro de salud.
  • Capo: Primero: ¿cuánto es el salario de esa oficina? Segundo: ¿a quién demonios enviaremos para allá?
  • Soldado 1: Podríamos enviar a la chusma de Colt, él y su grupo de inútiles sólo nos ha causado problemas. Si no fuera por él, Harwood aún sería de nosotros. Es una suerte que no hayan ido con nosotros al casino.
  • Soldado 2: Tienes razón. Y no te olvides lo que ocurrió en Marco’s. El estúpido, en vez de matar a todos los Forellis, se quedó a comer spaghetti con ellos. Y con los Leone, jugó al dominó.
  • Paulie: (Al consigliere) ¿Al menos sabes cuánto es el salario en la FDA? No voy a ganar 3 dólares en una maldita semana.
  • Consigliere: Tengo entendido que el salario es de casi 500 dólares a la semana, y…
  • Paulie: ¡¿500 billetes?! Y tengo entendido que la banda de Colt son de…
  • Capo: 7 idiotas, contando a él. Todos ellos no tienen ninguna habilidad, aunque Colt parece manejarse en pocos temas.
  • Paulie: ¡Colt puede irse al diablo! ¡No perderé nada más por culpa suya! ¡NADA!
  • Consigliere: Jefe, no sabe los diversos factores que pueden darse con este plan. Ganaríamos 4500 dólares a la semana, sin contar los demás negocios; evitaríamos roces con la poli y los jueces; y de paso, nos deshacemos de Colt y su grupo.
  • Paulie: Mio buon consiguiere, eres un puto genio. Pero, ¿cómo convencemos a Colt? No nos hará caso de nada, y el irrespetuoso sólo ha enviado cartas con pésima ortografía, ¿es mucho pedir enviar a un mensajero?
  • Soldado 1: Podríamos atraerlo con el abundante dinero de la oficina, o escondiendo oro en el escritorio del jefe.
  • Soldado 2: Podríamos engañarlos diciendo que necesitan hombres para el empleo, y de paso le confiscamos las armas que tienen para usarlas nosotros.
  • Capo: Don Paulie, se me ocurría que le demos los suficientes recursos a Colt para construir su propia familia; luego, cuando ya tengan el trabajo, le quitamos todo su dinero.
  • Paulie: Esa es la idea más idiota que he escuchado. Paulie Sindacco no le da a cualquier estúpido una familia. Significaría una muestra de debilidad de mi parte.
  • Consigliere: ¿Por qué no hacemos lo más simple? Simplemente les damos la despedida y le decimos que consigan empleo en esa oficina, les diremos que el salario es de 1000 dólares, para atraerlos aún más.
  • Capo: Y, ¿a quién enviaremos para darles el mensaje?
  • Paulie: ¡No! Les enviaremos una carta; y les digo de inmediato, ninguno de la familia Sindacco volverá a ver a esos idiotas de aquí hasta que YO lo diga.
  • Consigliere: Escribiré la carta por mientras. Me aseguraré de escribirla bien y que ninguno de ellos venga acá a reclamarnos.
  • Capo: Hay que tener cuidado con los del Servicio postal, sinceramente, no confío en ellos.
  • Soldado 1: Me van a disculpar, pero tengo que irme. Me esperan en Punta de Bedford. Ehhh, la función de la ópera va a comenzar y…
  • Paulie: Como si fuéramos estúpidos. Sabemos que la casa de la ópera está en Fuerte Staunton. Sólo quieres matar a algunos enemigos, ¿no?
  • Soldado 1: Jefe, matar japoneses no le hace daño a nadie…
  • Paulie: No, ya tenemos suficiente con lo que le hicieron a Johnny en Las Venturas. Es mejor asegurarnos.
  • Consigliere: Terminé la dichosa carta. Debo ir a entregar al buzón pronto.
  • Soldado 2: Hazlo pronto. Ya no soporto más que Colt y su maldita pandilla lleven nuestro apellido.
  • Paulie: Entrégala rápido para que toda esta maldita charada termine de una vez. Yo me voy de aquí, necesito descansar.
  • Capo: ¿Eso significa que la junta se acaba? (Paulie se retira)
  • Soldado 2: El jefe ya se fue; yo me voy, hasta luego.
  • Capo: (Señalando al consiguiere) ¿Quieres apresurarte con eso? Tengo hambre, y deberías pasarte por una pizza donde Mamá.
  • Consigliere: Ella será una Cipriani, pero su pizza es más deliciosa que su propio…
  • Capo: Basta, ¡asqueroso! Entrega eso, antes de que te ponga zapatos de cemento.

La familia Sindacco se reunía en uno de los pocos apartamentos terminados de Altos de Hepburn, y el consejero debía caminar unos 4 minutos para llegar al buzón más cercano. La carta que contaba con las firmas falsificadas de los tres hombres más importantes terminó por desencadenar una historia de dolor y muerte.

Mientras que, en la oficina de la FDA, se vivía otro momento de júbilo, debido a la inauguración de su año laboral. Desde que el edificio de Jefferson Street fue inaugurado en 1973, nunca antes había tenido tanto prestigio por una oficina de 75 metros cuadrados.

  • Fischer: Queridos amigos, quisiera dar la bienvenida a cada uno de ustedes en este nuevo año. Y también quiero recibir a los periodistas que han llegado hasta aquí.
  • Dillon: No hay necesidad de ser tan egocéntrico. (Se escuchan unas risas) Se supone que nuestro deber es el trabajo, y este año se viene muy pesado.
  • Fischer: Claro que nosotros podremos aceptar algunas preguntas de ustedes. Aunque a los dueños del edificio no les gustará.

En los 7 años que llevaba en pie esa oficina, nunca había pasado por un momento de gloria como el que llevaba en 1994. A pesar de diversas peleas, siempre se lograban soluciones que, a lo mejor, podían costar caro.

Mientras alguna gente trabajaba, Pat Jones y Dan Valtor mantenían una conversación casi tranquila. La situación de la oficina los hacía reflexionar demasiado, pero, ambos tenían puntos de vista muy contrastados.

  • Dan: Creo que es demasiado lo que hacen aquí. Está bien, es la mejor oficina en Jefferson Street, pero, eso no hará que Icy se aparezca aquí.
  • Pat: Siento que algo extraño está pasando. No lo sé. Hay gente que se ha ausentado mucho este tiempo: Stellini, Strausberg, Karras… Forth apenas se ha pasado por aquí.
  • Dan: Yo no estoy preocupado por eso. Este año, por fin ganaré el premio al Empleado del mes, he colaborado mucho por esta oficina, y ya es hora de que se me reconozca.
  • Pat: Lo que me preocupa es que Johns vuelva con esas cuentas bancarias falsas. Este lugar casi se va a la bancarrota por todos esos fraudes y esos mensajes amenazadores y dudosos.
  • Dan: Ese Johns me tiene hasta las… no quiero decirlo ante ti, Pat. No me gustaría despertar a las hadas.
  • Pat: Bueno, es cierto que Forth hizo cosas malas en el pasado, pero, tuvo su oportunidad y ha logrado redimirse.
  • Dan: ¿Forth? Él apenas ha hecho algo bueno aquí. Nos engaño a todos hace tiempo atrás. ¿Por qué tiene ese cargo de supervisor encargado?
  • Pat: Tú ni siquiera estuviste en ese tiempo, ni estuviste cuando sucedió lo de Johns.
  • Dan: Lo siento, pero me cabrea todo lo que han hecho a esta oficina.

A la que parecía una interesante conversación, se sumó más gente: Michael Chávez y James Parker, de la línea de Valtor; Nick Roberts y Norman Gray, quienes apoyaban a Jones. No pudieron iniciar su conversación inmediatamente, pues el ruido de los periodistas arruinaba el ambiente.

  • Periodista 1: ¿Cuándo comenzaron con el trabajo de esta oficina?
  • Dillon: En 1988. La FDA fue fundada por Walter Krott como una oficina de bienes raíces. Aunque no tuvo mucho éxito al comienzo.
  • Periodista 2: Tenemos entendido que la FDA fue comprada por una persona en 1990. ¿Podría explicarnos eso?
  • Fischer: Ciertamente. Aunque, no fue “comprada”, sino que “adoptada” por un generoso hombre que actualmente no se encuentra con nosotros.
  • Periodista 3: Ya en 1994, FDA ha recibido numerosos premios, y también ha decidido expandirse aún más. ¿A qué nueva área piensan ingresar?
  • Dillon: Además de estar en el negocio de bienes raíces, nosotros hemos decidido entrar a la asesoría de importaciones y exportaciones. Como el puerto de Portland ha recibido varios ingresos, y como los sindicatos portuarios se han llevado bien con el alcalde, les ayudaremos en los que se refiere a sus finanzas.
  • Periodista 1: ¿Cómo pueden hacer eso? Esta oficina no ha tenido mucha experiencia en temas financieros.
  • Fischer: Dejen explicar esto bien. Entren a la sala de reuniones.

Luego de que todo el bullicio se alejara, el debate se tornó algo más intenso. La aparición de algunos personajes no trajo una sana y agradable discusión.

  • Michael: Qué bueno verte de nuevo, Dan. De veras, en este mes, te nominaré y votaré para que seas el Empleado del Mes. Y si puedo, te nominaré para que seas el Empleado del Año. ¿Te parece?
  • James: Creo que Dan sí se merece el premio al Empleado del Mes. Pero, encuentro que es demasiado apresurado el Empleado del Año. Digo, 1994 recién comienza, ¿no?
  • Dan: Gracias, chicos, pero el año recién comienza. De todos modos, creo que ya necesito un premio. Llevo más de dos años aquí, 9000 informes sobre casas de Bosque de Cedros, yo merezco un premio.
  • Pat: Sinceramente, Dan, no veo que tengas mucho potencial para tener ese premio. He visto algunos informes tuyos y tienen muchos errores ortográficos. Varias veces he visto que en los concursos te digan de los errores que hay ahí.
  • Nick: No hay que ser duro con eso, Pat. Creo que lo más fácil es decirle a Dan sobre los errores y corregirlos. Es lo más sano.
  • Dan: Pat, Nick. Creo que no se dan cuenta que soy el que lleva más tiempo aquí. Casi el único que se preocupa de que Johns no venga a fastidiarnos.
  • Norman: Pero Dan, tú no tienes el poder para bloquear una cuenta bancaria falsa; aparte, lo que cuenta para un premio es la calidad, no la cantidad. Por lo que decía Pat, creo que también hay algo raro con la administración.
  • Michael: Sí, ellos tienen mucho poder. Hay algunos que ni siquiera han ocupado sus poderes en este tiempo.
  • James: Bueno, lo que quedaría por hacer es reemplazar algunos nombres, y nombrar a algunas personas más responsables.
  • Michael: NO. Hay que cambiarlos a todos. Es igual que el gobierno de Nixon, no hicieron nada y se llevaron todo el dinero.
  • Norman: No hay necesidad de ser tan exagerado, Michael. Sinceramente, creo que hay que cambiar solo algunos nombres. Stellini no ha aparecido hace mucho, Strausberg apenas se ve este tiempo… y Karras… lo encuentro algo inmaduro para su cargo…
  • James: Cierto. Karras se demoró casi un mes en entregar los resultados de uno de los concursos. Bueno, aunque lo considero una buena persona, creo que necesita algo de responsabilidad.
  • Pat: Pero, James. El plazo máximo para entregar los resultados de un concurso es de un mes. Karras sólo se demoró tres semanas en darlos.
  • Michael: Como sea, pero me molesta mucho lo que hace Forth, él ni se digna en decir por qué da esos puntajes…
  • Norman: Debo decirlo, tampoco digo que me guste mucho ese método, pero…
  • Michael: …y es por eso que debe irse de este lugar.
  • Norman: Debes estar hablando en serio…
  • Pat: Por favor, si vieras lo que Forth ha hecho, te retractarías de eso.
  • Dan: A propósito, ¿ya tienen a su compañero para este concurso? Trabajaré con James este mes.
  • Nick: Creo que trabajaré con Paul sobre el edificio de la vieja escuela de Chinatown.
  • James: ¡Ah, es un lugar interesante! Pero, por lo que sé, sólo lo ocupa la policía para hacer sus bailes.
  • Nick: También lo ocupan como vertedero, pero sólo algunos salones. Lo bueno es que, a pesar de su bajo precio, es un edificio con mucho potencial.
  • Norman: Yo trabajaré con Stellini, tal vez no haga mucho, pero esto le serviría para que vuelva a tomar el ritmo. La mansión de Bosque de Cedros ya tiene un valor de 500.000 dólares. Tal vez, eso ayude a la oficina.
  • Michael: Yo trabajaré con uno de los nuevos. No lo sé, eso ayudaría a que los empleados comunes logren lo que quieran.
  • Nick: ¿De qué estás hablando?
  • Michael: No lo sé, no me gusta que los empleados comunes no tengan acceso a nada, que los empleados que sí merecen reconocimientos, no los tengan.
  • Nick: Creo que estás exagerado demasiado, Michael.
  • James: A propósito, Pat, ¿con quién serás en el concurso?
  • Pat: He estado hablando con Shenar. A lo mejor nos pondremos de acuerdo durante esta semana.
  • Dan: ¿Saben de qué cosa hacer?
  • Pat: No, en absoluto…
  • Michael: Deberían hacer sobre el restaurante de Marco, en Saint Mark's, tal vez sea un lugar de la mafia, pero sirve un buen spaghetti.

Al mismo tiempo que ellos trabajaban como esclavos para el gobierno de China, la mafia de Colt disfrutaba uno de sus diarios encuentros en uno de los almacenes abandonados de Saint Mark’s.

  • Dixon: ¡Eh, Colt! ¿Adónde iremos a atracar hoy?
  • Colt: No lo sé. No he encontrado municiones, y creo que Paulie no nos ha entregado ni cinco centavos.
  • Guy: Creo que Paulie está tratando de deshacerse de nosotros, sinceramente. Creo que hemos hecho algunas cosas malas, el ataque al Marco’s no fue un gran éxito.
  • William: A mi no me está gustando mucho esto de asaltar licorerías y bancos, y llamar a bailarinas cada viernes. Desde que escuché por primera vez a Rudy La Fontaine, siento que mi vida cambió.
  • Andy: ¿Quién?
  • William: Rudy La Fontaine. Estaba en la banda de 15 Ways, pero la abandonó.
  • Martin: Qué bueno que la dejó. Su música se puso mejor desde que él dejó la banda.
  • Andy: Ahora lo recuerdo. Pero, Andy, La Fontaine es mejor como un solista que como parte de un grupo sin sensación.
  • Marcus: Oigan, ¿a que no saben de quién es esta carta que traigo?

La interrupción de Marcus trajo incertidumbre al grupo. Lo más seguro sería que la carta tratase de un citatorio del juzgado, pero era aún más serio.

  • Marcus: Esto llevaba demasiado tiempo dentro del buzón. Si no hubiera llegado, esta carta se hubiera deshecho.
  • Colt: Pásalo pronto, Sr. Suspenso. Esto me está poniendo nervioso.
  • Guy: No tengo un buen presentimiento sobre esto.
  • Dixon: Yo tampoco. O sea, ¿quién rayos nos mandaría cartas?
  • Carta: Para Ron Colt. Dado los acontecimientos dados entre 1992 y 1993, hemos tomado la decisión de expulsarlos para siempre de la honorable organización Sindacco. En el caso de que ustedes vuelvan a nuestros territorios, correrán el riesgo de ser disparados por los soldados de esta organización. Firma: Paulie Sindacco, Don. Lou DiBlasio, caporegime. Frank Schroeder, consejero.
  • Martin: No, ya no pertenecemos a la familia Sindacco.
  • Andy: ¿Qué? Bueno… eh… al menos, ¿dice algo de por qué nos expulsa?
  • Marcus: Nada, ni siquiera en la parte de atrás.
  • Guy: Y ahora, ¿qué se supone que haremos, Ron?
  • Colt: Celebrar.
  • Dixon: ¿Celebrar? ¿Cómo? Paulie Sindacco nos expulsó para siempre.
  • William: Cierto, Ron. Si Sindacco nos expulsa, seremos vulnerables y todas las familias nos tendrán como blanco fácil. Ni siquiera las miserables tríadas nos tendrán piedad.
  • Colt: Piensen, chicos. Seremos independientes. No dependeremos de un spaghetti italiano. La familia Sindacco está debilitada, y si tenemos la oportunidad, haremos que caigan aún más.
  • Guy: Tienes razón, Ron. Todos en Portland nos asocian con los Sindaccos, si hiciéramos un ataque a alguna banda, todos se irían contra Paulie.
  • Marcus: Oigan, acabo de ver algo en la parte de atrás, creo que dice: "Hay una oficina ubicada en Jefferson Street, Torrington. El salario existente es de 1000 dólares. Esta suma de dinero podría hacer que ustedes puedan mantenerse. Pero, tengan cuidado, Paulie Sindacco no debe enterarse de esto. Frank Schroeder."
  • Martin: ¿1000 dólares? Es mucho más de lo que ganamos con los Sindaccos.
  • Andy: ¿Y alguien sabe de qué oficina se trata? En Torrington hay demasiadas oficinas.
  • William: Debe ser la FDA. Es tan famosa porque es la única oficina de bienes raíces que ha vendido más de cien propiedades en un mes.
  • Marcus: Debe tener demasiado dinero ahí. Ya quiero ir directamente ahí.
  • Dixon: Creo que es lo mejor. Pero, debemos saber qué opina Ron.
  • Ron: Tengo un mejor plan: iremos a trabajar a dicha oficina, pero, además de tener ese dinero, aprovecharemos de ver si hay una especie de caja fuerte.
  • Andy: Una decisión muy inteligente, Ron. ¿Y cómo se supone que festejaremos ahora?
  • Ron: No lo sé. Será mejor que ustedes: Marcus, Andy y Martin se queden aquí y consigan cervezas, no bailarinas. Mientras, los demás, síganme.

La primera parte de la celebración era la menos ortodoxa de todas. La menos aceptable, mientras que la segunda parte, también era la menos ortodoxa. Pero, podía servir como soborno para el FBI y la policía.

  • Ron: Guy, toma la furgoneta. Iremos de cacería.
  • Dixon: ¿A qué te refieres con “cazar”, Ron?
  • Ron: Yo… digo, nosotros, iremos a darle una lección a Paulie Sindacco. Haremos un pequeño “desorden” por este barrio.

Claramente, Saint Mark’s era un lugar donde las tres familias criminales italianas convivían. Si una familia atacaba a otra, todas intervenían. Y todos sabían que la banda de Colt pertenecía a los Sindaccos.

  • Guy: ¿Y dónde están las armas, Ron?
  • Ron: Están ahí mismo. Pensaba que no las volvería a ocupar.
  • William: M60, MP5, escopeta, AK-47… todo en orden, no las habíamos ocupado desde el atraco al banco.
  • Dixon: Yo sentía muchas dudas sobre esto, si esto seguiría siendo limpio y legal, pero…
  • Ron: Pero creo que será una buena manera de poder “despedirnos” de esta basura italiana del siglo XIX. Guy, conduce por el barrio. Es hora de cazar.
  • Guy: Ya voy, Ron. Es una buena manera de despedirnos de Paulie.
  • Dixon: ¡Hey! Veo a unos soldados Leone en el local de Easy Credit. ¡Vamos tras ellos!
  • William: ¡Toma eso, capullo! Esto es en nombre de Paulie Sindacco y su familia. Johnny los recibirá en el infierno.
  • Leone 1: ¡Eh! ¡Johnny los recibirá a ustedes con el demonio!
  • Leone 2: ¡Qué importa, imbécil! Lanza rápido esas granadas y matémoslos pronto. Vinnie se alegrará mucho de nosotros.

El esfuerzo de los Leone poco importó. Rápidamente, el poder de las 4 armas de los hombres de Colt aniquiló a los italianos de la familia Leone. El siguiente punto fue el restaurante de los Forelli.

  • Dixon: ¿Cuál es el siguiente lugar, Guy?
  • Guy: El restaurante de Marco, recuerdo que la familia Forelli celebra el “bautizo” de uno de sus hombres.
  • William: ¡Oye! ¿Qué mierda es eso? ¿Son cócteles molotovs?
  • Ron: ¡Emboscada de los Leone! ¡Acelera, Guy! Nosotros atacaremos desde aquí.
  • Leone 3: Ataquen a esos miserables cerdos. Que los demás saquen sus armas.
  • Ron: No, ustedes no pueden con el poder del M60 de Ron Colt.
  • Dixon: ¡Eh! Que nosotros también estamos ayudando desde aquí.
  • Leone 3: Maten a todos ellos… ¿Qué diablos es eso?
  • Forelli 1: ¿Ustedes creen que pueden llegar a interrumpir la ceremonia de Mike? ¡Que ardan en el infierno los consentidos de Salvatore Leone!
  • Forelli 2: Maten también a los cerdos de Paulie Sindacco. Si lo hicieron con Johnny, también lo haremos con todos ellos.
  • William: ¡Demonios! La furgoneta parece que no resistirá demasiado daño, lo mejor que hay que hacer es…
  • Ron: …ir a al restaurante de Marco y matarlos a todos. Ya formamos una verdadera guerra de bandas aquí. Que Paulie se encargue de todo esto.
  • Guy: Pero, Ron. El coche no aguantará más, debemos refugiarnos en el escondite.
  • Ron: Sólo terminemos con esto. Además, encontré esto. (Saca unas granadas.)
  • Dixon: ¿Cómo demonios encontraste eso, Ron?
  • Guy: Oh, recuerdo haberlas guardado en la guantera. Pensaba en tirarlas en la trituradora de Harwood. Una explotó.
  • William: Ron, si quieres tirar una de esas cosas, hazlo pronto. La policía está llegando, y hay unos Forellis que están escapando.
  • Ron: Oh, sí. (Saca la cabeza por el vidrio) ¡Toma eso, cerdo Forelli!

La locura asesina de Ron Colt rozaba todos los límites de la razón. Necesitó de la intervención de sus colaboradores para terminar con la masacre de Saint Mark’s. Su despedida a Paulie Sindacco se transformó en una de las peores guerras ocurridas dentro de la Cosa Nostra.

  • Dixon: Será mejor que volvamos, esto ya es un desastre bíblico. Supongo que Marcus habrá conseguido cervezas.
  • William: Que Martin no tenga vodka. Si tiene, estrellará otro auto en el puente de Callahan.
  • Guy: Ojala se cuiden, aún tenemos que saber qué haremos sin ser de la familia Sindacco. Además, ya estoy muy cansado.

II.- Torrington para el desayuno

La fiesta que siguió a tal brutal masacre duró cerca de 4 horas y media. La resaca de la mañana siguiente fue infernal, hasta que descubrieron lo que decía en la parte trasera de la carta hecha por los Sindaccos.

  • Martin: ¡Jesús!, ¿cuánto duró todo esto? Fue como estar en 1955.
  • Marcus: Oye, que sólo fue hasta las 2 de la mañana. Luego, creíamos que estábamos en las pirámides de Egipto.
  • Andy: ¿Seguro? ¿Acaso no eran las pirámides de México?
  • Guy: ¿De qué mierda están hablando? No me digan que ustedes estaban…
  • Marcus: No, no sacamos nada de cocaína. Esto de la nariz… es… ¡harina!
  • Andy: No lo digas, torpe. Lo arruinarás todo.
  • Dixon: Silencio todos. Trato de escuchar las explosiones.
  • Guy: ¿Siguen disparando? Demonios. No pensaba que nosotros haríamos algo tan grande, con un simple tiroteo me basta.
  • Martin: ¡¿Qué cosa hicieron?!
  • Dixon: ¡Silencio! Dejen dormir a Ron, aún está cansado y necesita dormir. (Se oye una gran explosión)
  • Ron: ¡Hijo de los mil demonios! ¿Están todos bien? ¿Nadie me quiere demandar? ¿Salvatore no nos va a matar?
  • William: No ha pasado nada, Ron. Sólo que esta masacre ha seguido por toda la noche. Me pareció que alguien tocó la puerta del escondite, pero parecía ser un balazo. Ni Paulie, ni Salvatore, ni Franco han aparecido, ni sus hombres. Pero este no es un lugar seguro, debemos salir de Portland.
  • Ron: Aunque se supone que soy el líder de este grupo…
  • William: Aunque se supone que todos colaboramos por igual.
  • Ron: …debo considerar la opción de William. Debemos irnos de aquí. ¡Marcus! Dame esa carta.
  • Marcus: ¿La de Paulie? Creo que está por aquí.
  • Ron: Marcus, no me gustaría seguir escuchando o viendo a algún Sindacco. Excepto cuando tenga que matarlos. (Marcus le entrega la carta)
  • Marcus: La parte de adelante sólo estaba lo que escribió Schroeder…
  • Ron: ¡Lo sé! Quiero asegurarme si lo de la parte de atrás era cierto.
  • William: ¿Lo de la FDA? Es totalmente cierto, incluso, creo que subieron su salario aún más.
  • Guy: ¡¿Aún más?! Joder… Imaginen que haríamos con tanto dinero. Creo que ni nos va a alcanzar para un Infernus.
  • Dixon: Prefiero el Cheetah, es un diseño tan hermoso
  • Martin: Yo viajaría hasta 1985 para tomar aún más dinero de la FDA, luego volver y tomar aún más dinero. Pero, el Deluxo es muy caro.
  • Ron: Sólo imaginen todo lo que tendríamos. Grandes mansiones, una en Bosque de Cedros, y otra en Starfish Island. Una limosina para cada uno. Chicas para todos y cada uno de nosotros. ¡Andy! ¿Tienes servilletas?
  • Andy: ¡No! Pero, ¿sirve el papel higiénico?
  • Guy: ¡No! Pero, la furgoneta sí sirve. Soportó todos los daños de las balas.
  • Ron: ¡Bendito seas, Guy! El problema será de encontrar una propiedad en la isla Staunton. Pero, será mejor que tomemos desayuno en Torrington.

Al mismo tiempo que la pseudo-pandilla abandonaba Saint Mark’s. En Torrington se vivía un ambiente de incertidumbre, pues la guerra de bandas italianas, hizo movilizar al propio Ejército, declarándose el estado de emergencia total.

  • Norman: ¿Pueden creer eso? Yo creí que los de la Mafia se dedicaban sólo a comer spaghetti y mirar la película de Sonny Forelli.
  • Nick: No seas tan sarcástico, Norman. A propósito, ¿no has visto a Paul?
  • Norman: No. Creo que me dijo que saldría. Chinatown ya no es no lugar tranquilo. Me dijo que iría allí para investigar sobre la vieja escuela.
  • Nick: Es demasiado peligroso. El ejército patrulla por toda la ciudad y los mafiosos se están matando entre sí. Debo buscarlo pronto.
  • Norman: ¿Tienes dinero para algún taxi? Suspendieron el recorrido del metro en toda la ciudad y los buses sólo pasarán entre Vale y Staunton.
  • Nick: No importa. Sólo quiero que no se arriesgue por un edificio tonto. Nos vemos.
  • Norman: Pero, ¡ah! Había algo de lo que me gustaría decirte. (Nick sale)

Norman era de los que gustaba hablar. Lo bueno, para él, era que no estaba solo. A él se acercarían Mel Baxter y Philip Harper. El primero, no había cumplido un mes desde que fue electo supervisor encargado; el segundo, celebraba su regreso a la oficina, luego de un año.

  • Norman: ¡Qué tal, chicos!
  • Mel: Hola, Norman. ¿Está todo bien?
  • Norman: Nada nuevo. Nick está algo nervioso porque Paul fue a Chinatown, así que él tuvo que irse. Qué tal, Philip.
  • Philip: Ah. Hola, Norman. Es un gusto conocerte.
  • Mel: ¿Ambos no se conocían?
  • Philip: No. No desde que Dillon me echó de aquí por cierta mierda. Fue algo molesto, pero ya se solucionó.
  • Norman: Ya me han contado de eso, te echaron cuando descubrieron que no tenías la edad necesaria para entrar. También me contaron que habías hecho algunas cosas “indebidas”.
  • Philip: Norman, siempre he sido un trabajador muy responsable y comprometido con este lugar. Yo trabajaba muy bien, hasta que cierto idiota me denunció. Dillon también trató de impedirme llegar hasta acá, nunca me ha gustado la gente que obedece ciegamente las reglas. Pero, ahora que he vuelto, me esforzaré y trabajaré lo más que pueda. Y no toleraré que alguien me lo impida.
  • Mel: Está… bien. Mejor hablemos de otra cosa antes de que esto muera.
  • Norman: Es curioso que el “idiota” que has mencionado ahora trabaje en la central de la Unión de Crédito. Trabajar con los jefes de la compañía es un honor, y a la vez, es muy difícil.
  • Mel: Dicen que la paga es buena. Pero, no me gustaría trabajar allá. Me conformo con este puesto.
  • Norman: También debe ser complicado ser un supervisor encargado, ¿no?
  • Mel: No mucho. Lo más importante es borrar los informes erróneos de los demás. Ya sabes, hay gente que hace cosas por accidente, aunque llegan a ser tontos.
  • Norman: Debe ser interesante mantener este lugar. Administrar y ordenar las cosas me ha intrigado mucho durante este tiempo.
  • Mel: Bueno, había sido elegido cuando Fischer debió ir a Suecia por negocios. También decidió nominar a Karras y a Forth, y ganaron los puestos de “monitor secundario”.
  • Philip: ¿Forth? Por Dios, no creo que haya hecho un gran trabajo. Recuerden, en Carcer City fundó una oficina falsa y usó fondos de “La caja” para inaugurarlo. Gracias a eso, perdió su cargo de “monitor jefe”.

Dos rasgos eran característicos de la oficina: la organización administrativa y “La caja”. La organización comenzaba con el mediador, un título menor en que se buscaba la conciliación entre los empleados; el supervisor encargado y el monitor secundario. Ambos similares, pero el primero poseía más responsabilidad que el segundo. El monitor jefe era un rango con mayor superioridad y privilegio, algo que no era muy considerado por los empleados.

  • Mel: Lo de “La caja” fue mejor que no se hubiera hecho público. Sólo ha hecho problemas entre esta gente desde hace tiempo.

Exactamente, “La caja” era el depósito de dinero de la oficina. Como el negocio de bienes raíces aumentó, se necesito un lugar donde guardar el dinero ganado. El escándalo sobre dicha “caja” comenzó cuando Forth ocupó fondos para hacer una especie de “oficina falsa”, la misma descrita por Philip.

  • Philip: No entiendo toda esta propaganda que hacen Fischer y Dillon. Este “progreso” sería verdad si no existieran cabrones que sólo quieren perjudicar y mandar a la mierda nuestro trabajo.
  • Norman: Philip, no es que quiera ofenderte, pero no me gusta que estés con groserías cada un minuto. Mejor hablemos del trabajo.
  • Mel: ¿Alguien participará del concurso? Me gustaría participar, pero estoy demasiado ocupado.
  • Philip: También me gustaría participar, pero tengo otros planes en mente. Tal vez para el siguiente concurso participe…
  • Norman: Yo convenceré a Stellini de trabajar juntos. Es un buen plan para que él tome el rumbo de colaborar, y para que no pierda su rango. Ha colaborado muy bien para esta oficina.
  • Mel: Me hubiera gustado trabajar junto con Pat. Pero, tengo entendido que trabajaría con Shenar sobre el casino de Torrington.
  • Norman: ¿Ya escogieron un lugar? Espero que no tengan problemas con los japoneses. Tengo entendido que desean ese terreno.
  • Philip: ¿Ven lo que yo veo? Nueva gente se va a unir a la oficina, por lo que se ve.

Claramente, la gente nueva que ingresaba a FDA era la banda de Colt. 7 personas llamaban la atención de todos los empleados, los cuales se agruparon en la reunión de Baxter, Norman y Philip.

  • Martin: ¿Este es el despacho de los jefes? Estoy algo nervioso.
  • Ron: No te preocupes, Martin. Estaré contratado en menos de lo que canta un gallo.
  • Dillon: (Desde el interior) Pasen, la puerta está abierta. (Todos pasan) Vaya, no había visto que tanta gente quisiera entrar aquí en un solo día. De verdad, ¿todos ustedes quieren entrar?
  • William: Sí, no tenemos a dónde ir. Porque Paulie…
  • Ron: (Susurrando) No hables de eso, lo arruinarás.
  • Dillon: ¿Pueden darme sus nombres?
  • Ron: Sí. Soy Ron Colt. Ellos son William Campbell, Guy Hall, Dixon North…
  • Dillon: ¿Y quienes son los de atrás?
  • Ron: Ah. Marcus, Andy y Martin. Ellos también quieren trabajar…
  • Dillon: Bien. ¿Qué experiencia tienen ustedes en el negocio de bienes raíces?
  • Ron: No lo sé. Las casas son muy lindas aquí.
  • William: Y le quitamos la mansión a Sonny Forelli también…
  • Dillon. Eso contesta la pregunta tres. Bueno, no hay nada más que hacer. La verdad, es que necesitamos gente. Así que, pueden empezar desde hoy mismo.
  • Ron: ¿Cuánto es el salario? Nos dijeron que es de 1000 dólares.
  • Dillon: (Riendo) No. Sólo es de 500 dólares. Es una mentira que propagaron los medios amarillistas y la mafia italiana.
  • Ron: Está bien.

Uno de los planes de Colt había fallado. La familia Sindacco le había mentido de nuevo. En tales momentos, Colt sacaría su arma y mataría a quien se le cruzara por el camino, como ocurrió en Saint Mark’s. Pero, estaba obligado a conformarse, no tenía dónde ir.

  • Ron: La familia Sindacco me ha mentido de nuevo. Estoy obligado a conformarme, no tengo dónde ir.
  • Marcus: Calma, Ron. Si logramos mantenernos con 500 dólares, seguramente tendremos nuestra mansión.
  • Guy: Claro. Miren, vamos donde ellos. (Señalando a un grupo)
  • James: ¡Qué tal! Ustedes deben ser los nuevos aquí.
  • William: Sí. Pero creía que el salario era más alto, de 1000 dólares.
  • Norman: No. Sólo de 500, aunque creo que es exageradamente alto.
  • Ron: Chicos, ¿no existe una especie de caja fuerte o depósito en esta oficina?
  • Mel: Sí, pero está demasiado protegida. Ha habido demasiados escándalos que la sacaron de aquí, está en la roca de Portland.
  • Ron: ¡En pleno territorio mafioso!
  • Philip: ¿Mafioso? ¿Vives en Portland?
  • Guy: No. Pero…
  • Norman: Ahora que recuerdo, Nick ya debería estar aquí. Esto de Paul ya me está preocupando.
  • William: ¿Y qué es lo que se hace en este lugar?
  • Mel: Nos dedicamos al negocio de bienes raíces. Básicamente, hacemos informes sobre las propiedades que buscamos vender, regularmente hacemos concursos.
  • Philip: Tengo entendido que también nos dedicaríamos al negocio del puerto. Asesoría, o algo así.
  • Norman: Sí. Ganaríamos más con el trabajo portuario, con tanto dinero que han ganado. ¡Ah! Se me olvidaba, los concursos siempre suelen tener una recompensa… en dinero.
  • Guy: ¡Ah, qué bien! ¿Alguien conoce algún apartamento que vendan? No tenemos dónde ir.
  • Mel: Al frente, en el edificio 366. Tal vez la habitación 237 esté disponible. De todos modos, hacer un informe sobre el edificio y hacer la compra del apartamento sería un buen inicio para ustedes.
  • James: Eso ya es casi un ritual para los que entran a esta oficina. Pero, el valor del apartamento es demasiado barato. Deben “presionar” al dueño para que aumente el valor.
  • Ron: De acuerdo.

Era un gran inicio para el grupo de Ron Colt. Sin embargo, algo raro pasaba. Ya no era ese individuo deseoso de matar y tener dinero fácil, ese primer encuentro con los empleados le hizo cambiar su actitud, y a su grupo. Pero, la excesiva atención lo destruiría.

  • Andy: ¿Y dónde está ese edificio 366 exactamente?
  • Martin: A unas cuántas esquinas más de aquí. Es el edificio blanco de allá (señalando un edificio).
  • Ron: ¿Pueden creerlo? Ellos me saludaron, ellos me hablaron, ellos me trataron bien. Es sorprendente.
  • William: Sí, claro. Lo mejor de todo es que tendremos un lugar donde dormir esta noche. No voy a pasar alguna noche más dentro de la furgoneta, no desde la vez pasada.
  • Guy: Cuando creías que había un extraño dentro y resultó ser tu propia mano que te tocaba (ríe). No paraste de gritar hasta el lunes, por lo que recuerdo.
  • William: Supongo que este es el dichoso edificio.
  • Guy: Sí, William. No trates de acallarlo, te lo hemos estado recordando hace 6 meses.
  • Marcus: Sólo espero que lo de la habitación 237 no sea una trampa de Paulie, recuerdo lo que hicieron en Harwood: todos los autos estaban llenos de cadáveres, del portamaletas hasta la guantera.
  • Andy: ¿La guantera?
  • Martin: Ehhh, había un ojo y una nariz dentro de la guantera.
  • William: ¿Y tú qué hacías en ese tiempo, Martin? Me sorprende esa parte.
  • Martin: Recuerdo que Lou DiBlasio, el capo, me mandó a averiguar si Johnny estaba ahí. Cuando llegué, estaba revisando el dichoso auto. Cuando vi esa nariz y ese ojo, Lou me llamó diciendo que no recordó que Johnny ya estaba enterrado.
  • Guy: Pobre DiBlasio, me imagino el día en que le detecten el alzheimer.
  • Ron: No seas tan cruel, Guy. Bueno, ya estamos en la habitación 237. (Toca la puerta) Qué raro, nadie abre.
  • Marcus: Trata de insistir, Ron. (Colt patea la puerta, y esta se rompe)
  • William: ¿Porqué tenías que hacer eso, Ron? Bastaba con tocar la tonta puerta.
  • Ron: Perdón, la fuerza de la costumbre.

En el interior, no estaba nada más que un elegante hombre de traje y corbata. Inglés, como era de suponer, no estaba relacionado con la mafia italiana, pero sí con otro tipo de servicio con armas.

  • Hombre: ¡Agente Ford! ¡Servicio secreto de Su Majestad! ¿Qué demonios hacen en esta propiedad, yanquis debiluchos?
  • Guy: Espere un momento, señor chalado. Este edificio no es propiedad de Miss Universo, y usted no es James Bond.
  • Ford: Han violado el territorio de Su Majestad del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. El gobierno del Primer Ministro los castigará severamente.
  • Colt: Un momento. Esta propiedad no le pertenece al gobierno inglés, es propiedad de los accionistas de este edificio y tenemos entendido que usted planeaba entregárselo a una oficina de bienes raíces.
  • Ford: Espera, yanqui. No hay documento del Primer Ministro o sello de real que ratifique eso.
  • Guy: Pero hay un letrero de “Se vende” en la ventana de la habitación y… ¿qué es eso?
  • William: Es una mano. Y creo que hay un papel ahí. (Levanta el papel) Esto indica que la propiedad sería entregada a Fischer, Dillon y Asociados para su venta. ¿Usted lo mató?
  • Ford: Bueno… yo… este… Sí, lo hice, el hombre amenazaba la integridad del Imperio de Su Majestad de Inglaterra.
  • Ron: Maldito asesino. Ya verá usted.
  • William: (Susurrando a Ron) Ten calma, trataré de solucionar las cosas con este tipejo, de todos modos, ¿quién más de nosotros entiende mejor a los ingleses? (A Ford) ¿Cuál es el problema que tiene?
  • Ford: ¿Y aún lo preguntas? He tenido muchos problemas por un caso que nunca triunfó, maté a este imbécil y el gobierno quiere deportarme y mandarme a Australia. ¡No quiero ir a Australia!
  • William: Cálmese. Le propongo algo, le compramos esta habitación, nos deshacemos del cadáver y aprovecha de escapar.
  • Ford: ¡Sí! Me ha salvado... y pensaba en matar a este grupo de yanquis debiluchos.
  • Ron: Pero queda pagar la puerta.
  • William: (A Ron) Lo haremos después. Señor Ford, ¿cuánto le damos por esta habitación?
  • Ford: Ningún maldito centavo. Me voy. ¡Aléjense de mi camino, malditos yanquis debiluchos! (Sale)
  • Guy: Ese el beneficio de tener un amigo con descendencia inglesa. En fin, ¿qué haremos con este amigo?
  • Ron: Lo de siempre, le dejaremos en el océano. Debemos ir al puerto, y tratar de no dejar ninguna mancha. Esto debe ser lo último que hagamos, y seremos personas respetables.
  • William: Pero, y el dinero que debíamos recibir por la habitación.
  • Ron: Ah, la sacamos de aquí (Saca dinero del bolsillo del cadáver) Son 1250 dólares, efectivo, auténtico, limpio. Aunque el dinero no vaya a nosotros, de algo servirá.
  • Guy: Deja 50 para la puerta. No quiero morir de hipotermia. No hoy.
  • Ron: Bueno, hay que ir al puerto. Lo malo es que ya no alcanzo a comprarle cemento para sus pies, no hay suficiente dinero.

III.- Las gotas en el vaso

  • Dan: Tengo entendido que llegó gente nueva a la oficina. ¿Es cierto eso, Michael?
  • Michael: Creo que así es. Siete personas. Espero que colaboren con este lugar, desde hace tiempo que esta oficina no ha avanzado, como se trata de decir.
  • Dan: No alcancé a conversar con ellos. Pero estaban hablando con Norman, Mel, James y Philip.
  • Michael: Ah. Espero que estén hoy. Hay que introducirlos y explicarle lo que se hace en esta oficina.
  • Dan: ¿Cómo vas en el concurso? ¿Has ido bien?
  • Michael: No. Apenas nos hemos puesto de acuerdo con él. No lo he encontrado ni en su casa. Él me dijo que iríamos pronto al aeropuerto, pero no ocurrió nada. ¿Y tú?
  • Dan: Bien. Nos ha costado un poco acceder al edificio del FBI, pero ya tenemos las fotos y algo de información. No nos queda mucho por terminar, así que no tenemos ninguna prisa.
  • Michael: ¿El edificio del FBI? Dios, me imagino cómo debieron convencer a esos del gobierno. (Se acerca uno de los empleados) Ah, pero si es el señor Gale Kincaid.
  • Gale: Me enteré que llegó gente nueva, ¿quiénes son?

Gale Kincaid era de las personas que se preocupaba mucho de la oficina. Junto con Dan, era de los empleados que no soportaba un grado de vandalismo, ni aceptaba tampoco la presencia de Johns en el lugar, a pesar de no haberlo conocido nunca.

  • Michael: Por lo que sé, son chicos de Portland. No tuve la oportunidad de hablar con ellos. Y ya es tarde para hablar con alguna otra persona, ya están trabajando.
  • Gale: Bien.
  • Dan: Falta casi una semana para que el concurso termine. Esto es muy emocionante, James y yo hemos recopilado mucha información sobre el edificio del FBI. Por el amor de Stella, ojalá alcance a tener el primer premio.
  • Gale: ¿Y de cuánto es el primer premio esta vez?
  • Dan: Tengo entendido que son 25000 dólares, y según nuestras fuentes, el edificio ya tiene un valor de 450000 dólares, pero no sabemos a quién venderlo.
  • Michael: Podrían vendérselo a Donald Love, podría darles más de 500000 dólares.
  • Dan: ¡Ah! Recuerdo que el 25% de la venta se iría a nosotros, en caso de tener el primer premio.
  • Gale: Eso es bueno, espero anotarme para el siguiente concurso, no he podido colaborar mucho, y espero que esto sirva para tomar de nuevo el ritmo.
  • Michael: ¿Ya no has tenido más problemas con Pat?
  • Gale: Y ahora me lo mencionas. Un tonto vino y empezó a crear informes estúpidos sobre burdeles. ¿Puedes creerme? Traté lo posible para que dejara de hacerlo, y llegó él y me increpó.
  • Dan: Ah, cierto. Pero, ¿por qué fue?
  • Gale: Algo de retirar no sé qué cosa. Pero, mejor no hablemos de esto. Es incómodo.

Era un día muy agitado. Era uno de los días claves para que los participantes avanzaran con sus proyectos. Las parejas se mostraban ansiosas por el día en que finalizara el concurso, pero para otros, el temor era el juez evaluador, Forth.

  • James: Qué tal, Dan. Conseguí más información sobre el edificio del FBI. ¿Qué te puedo decir? Es como una mina de plata.
  • Dan: ¿De qué estás hablando? Vamos, estoy bastante ansioso.
  • James: Dan Valtor. Estos son los planos del edificio de la organización más poderosa del planeta.
  • Dan: Demonios, James. ¿Cómo pudiste encontrar esto? No digas que tuviste que matar a los guardias para conseguirlo, sino, te llevaré a la “taberna de los condenados”.
  • James: (Riendo) No, no. Sólo fui al archivo general de la alcaldía. Es increíble cómo el alcalde me puede cobrar por acceder a algo que es público. No ha habido privatizaciones desde los 80.
  • Dan: Así son los políticos. Espera, nunca he visto esta sección del edificio. ¿Este plano es verdadero?
  • James: Claro que sí. Los otros planos que hemos visto son los falsos, este es el original de 1974. Y esa sección, corresponde al archivo de los criminales de este estado. No aparece para que no haya fraudes, ni usurpación, ni robos de identidades.
  • Dan: Ah, entiendo.
  • Nick: ¿Y cómo está el viejo Chinatown, Paul? Seguro está lleno de militares.
  • Paul: Y el tiroteo de Saint Mark’s aún no termina. El ejército bloqueó el camino en todo el perímetro del distrito Red Light hasta el restaurante, y me tomó mucho tiempo en encontrar un bus.
  • Nick: Pero, ¿encontraste alguna información sobre la vieja escuela?
  • Paul: Sí. Actualmente, está sirviendo como campo de concentración para los detenidos por los disturbios.
  • Nick: ¿Campo de concentración? Ese término es muy duro para esta época.
  • Paul: Es la verdad. Hay 60 mafiosos detenidos y otras 12 personas acusadas de atacar al ejército y a la policía. Eso elevaría el costo del edificio.
  • Nick: ¿Por tener 72 personas encerradas en alguna sala de clases? Este mundo si que es raro.
  • Paul: Y por toda la basura que tienen guardada dentro. Se me ha ocurrido algo mejor: si conseguimos que nos den los títulos de la propiedad, podemos venderla a alguien que quiera ocuparlo como recinto para fiestas o cosas así.
  • Nick: Ése es el problema, ¿quién querrá comprar el edificio? Está algo ruinoso, dañado. Y es difícil encontrar a alguien que quiera convertir una escuela en un club. Y la policía no dejará soltar al sitio que han ocupado para sus bailes por más de 10 años.
  • Paul: De eso no hay que preocuparse hasta ahora. He visto que dado su localización, los materiales que hay, y la gente de la que te conté, la vieja escuela tendría un valor cercano a los 100000 dólares.
  • Nick: Caramba, es demasiado dinero. Pero, es difícil competir contra los que trabajan sobre la mansión del Bosque de Cedros y el edificio del FBI.
  • Norman: Buenos días, señor Stellini. ¿Cómo estuvo esa noche?
  • Stellini: Muy difícil. Creo que estuve hasta la 1 de la madrugada trabajando en el informe. No te preocupes. Ya voy por la mitad.
  • Norman: Yo ya contacté con los dueños de la mansión. Están dispuestos a darnos el permiso de la propiedad para su venta. Tengo entendido que se van a San Fierro o algo así.
  • Stellini: Estoy algo preocupado, Norman. La universidad me está exigiendo demasiado. No puedo estar aquí ni cinco minutos.
  • Norman: Ése es algún problema. Hay gente que ya ha pensado… creo… relevarte de tu puesto.
  • Stellini: Sí. He escuchado sobre eso. La gran mayoría es gente nueva, que no sabe mucho sobre los negocios de este lugar.
  • Norman: ¿Y eso no te preocupa?
  • Stellini: No. Eso es muy sencillo. Si un miembro de la administración, sea monitor secundario o supervisor encargado no se presenta en más de un mes, se le dará un aviso. Si este no responde a tal aviso, será despojado de su cargo.
  • Norman: Ah. Lo recuerdo, creo que Krott trató de imponer esa regla en el 89. Pero, tristemente, no está aquí.

De aquellos participantes ansiosos, había un problema. Pat Jones no se encontraba desde hace dos días con su compañero, Chris Shenar. Una muy poca organización, poco contacto y confianza desencadenaron una de las primeras gotas que comenzó a caer en el vaso.

  • Dan: ¡Eh, Pat! ¿Dónde está Chris? Se supone que trabajaría contigo hoy. Todos lo hacen.
  • Pat: Sólo hemos trabajando una cantidad de veces. Pero se me ha desaparecido. ¿Dónde estará?
  • Paul: Yo sólo recuerdo de esa vez que decidieron trabajar sobre la estación del metro de Rockford.
  • James: ¿La estación de Rockford? Vaya. Más inteligente sería trabajar sobre el hospital de Costa de Vale, tiene tantos cadáveres ahí que costaría una gran fortuna.
  • Nick: No hables sobre eso, James. Lo que me preocupa es que pase lo que he estado temiendo este tiempo.
  • Pat: ¿Y qué es lo que puede ser, Nick?
  • Dan: Esperen un momento, ¡ahí viene!

En efecto, no bien Shenar se asomó por la oficina, fue directamente hacia la vitrina donde estaban anotados los participantes del dichoso concurso. Norman, a quien dirigía su atención, dijo:

  • Norman: ¿Qué está haciendo?
  • Paul: Tiene un lápiz en la mano…
  • Pat: ¡Ah, genial!

No. No era una expresión de alegría, asombro o felicidad. Sarcasmo, puro y en un mediano esplendor.

  • Nick: Eso era lo que me temía.
  • Pat: Que pudiera tarjar nuestros nombres de la lista de participantes del concurso. Sí, era algo deducible. Desde aquí se ven las dos rayas que él hizo.
  • Stellini: Hablaré sobre esto con Forth, ya que él es juez del concurso. ¡Eh! Aprovecha de hablar con él. (Sale)
  • Nick: ¡Eh, Chris! No soy quién para reclamar esto, pero me parece injusto que dejes tirado a Pat en el concurso. Esto es en pareja, y al no tener una, él quedaría descalificado. ¿Al menos le informaste de tu retirada?
  • Chris: No. Tengo mis razones, tengo muchas cosas que hacer ahora.
  • Pat: Nick tiene razón. Entiendo que tengas cosas que hacer, pero es injusto que me dejes así como así…
  • Chris: No era mi intención dejarte, Pat. De veras, he tenido que desvelarme para estudiar en el instituto, y con el número de trabajos que nos dan. Tuve que estar hasta la 1 de la madrugada.
  • Pat: Entiendo eso. De todos modos, pudiste avisarme antes si no podías seguir. A propósito, hay gente que está hasta las 4 estudiando.
  • Nick: Bueno, eso es cierto
  • Stellini: Chicos, ya he hablado con Forth. Lamentablemente, los dos están descalificados, la retirada que Chris marcó en el papel es válida para ambos y ya no hay más que hacer.
  • Pat: No importa. De todos modos, seguiré trabajando sobre la estación de Rockford. Tal vez reciba una recompensa sobre eso.

A pesar de que este asunto terminó de manera civilizada, fue el inicio de una tormentosa relación que Shenar comenzó a llevar con varios empleados de la oficina. Dicha retirada no fue ocasionada exactamente por el “instituto”. Sin embargo, y varias semanas después, las aguas se volvieron a estremecer.

  • Fischer: “Tengo el penoso deber de comunicar esta noticia: Dillon, uno de los jefes de esta oficina, ha muerto de un paro cardíaco. Como última voluntad, pidió que todos los empleados despedidos, incluyendo al señor Johns, sean reintegrados a partir de hoy. Firma: Andrew Forth, supervisor encargado de FDA.” ¿Qué demonios significa esto?
  • Karras: Esto no puede ser posible. ¿Cómo puede tener Dillon la intención de traer de vuelta a Johns? No entiendo.
  • Michael: ¡Ah! Supongo que es otra mala broma de Forth, lo mismo como la falsa oficina.
  • Philip: Apoyo a Michael. Con la muerte no se juega. Sin duda, Forth debe ser despedido, o como mínimo, que se le prohíba el ingreso a esta oficina.
  • Pat: Momento, ¿hoy es el día de los inocentes? ¿Es el primero de abril?
  • Michael: Sí, pero eso no es excusa como para jugar con la vida de otras personas. Piensa Pat, ¿qué harías si hicieran eso mismo a ti?
  • Pat: No lo sé… Pero, un momento, aquí viene Dillon.
  • Dillon: Sólo quiero decir que sigo vivo, ni he tenido ningún problema cardíaco, ni se va a realizar ninguna de estas declaraciones hechas. Esta noticia llegó hasta la central de la Unión de Crédito, incluso hasta mi familia. En cuanto al señor Forth, no quiero que esto se transforme en algo personal, como ocurrió hace años, pero sepan que este señor tendrá prohibido su paso por aquí por 12 horas. Con permiso. (Sale)
  • Norman: 12 horas. Esto es irónico. Si fuera alguien cualquiera, sería despedido y notificado a la policía; pero, como es un supervisor…
  • Karras: Buena acotación, Norman. Y… ¿qué haces, Michael?
  • Michael: (Golpeando una puerta del despacho) ¡Forth! Si me escuchas, te digo que si no sacas esta noticia de mierda, iré a tu despacho y me aseguraré que el muerto seas tú.
  • Karras: ¡Hey, no son necesarios los insultos! Simplemente hizo una broma de mal gusto y ya. Y con esta prohibición ya es más que suficiente.
  • Philip: No estoy muy de acuerdo. Entiendo que hagan una broma sobre una caída, pero no de la muerte. Creo que esta gente debe tener mucho tiempo libre y muy pocos amigos como para hacer estas “cosas”.
  • Nick: Oh, vamos. Es sólo una broma del día de los inocentes, aunque sea algo pesada. Tal vez no muchos tengan el mismo sentido del humor, pero creo que Forth no lo hizo con malas intenciones. Además, muchos lo critican de manera hipócrita, y esta prohibición me parece injusta.
  • Fischer: Nunca vamos a saber si lo hizo con malas intenciones o no. Jugar con la muerte no es algo de qué reírnos. Aparte, esta es una broma muy mal hecha.
  • Stellini: Entiendo que esto puede ser algo pesado, pero apoyo a Nick. Creo que un día vi a varios empleados ver cómo celebraban al escuchar una noticia falsa sobre la muerte de Johns. Está bien, será alguien que nos hizo daño, pero también es un ser humano.
  • Gale: ¿Les parece hipócrita jugar con la vida de alguien? Muchos de nosotros nos alertamos al saber lo de Dillon y, lo de la prohibición me parece justo, no me gustaría que jueguen con mi vida, ni con la de algún familiar. Y, Nick, creo que esto no animó a nadie aquí.

El tono y las palabras usadas atrajeron a un invitado de honor muy particular: Dan Valtor. Las palabras usadas por su amigo Gale lo alarmaron increíblemente. Era muy extraño que una persona que podía enterarse de cualquier cosa, no haya sabido de este tema.

  • Dan: ¿Qué ha pasado? Escuché de alguien que se murió.
  • Gale: Trataré de contarlo: Forth hizo este “anuncio” declarando que Dillon había muerto y que quería que todos los empleados despedidos vuelvan. Luego, nos dimos cuenta que esto era una mala broma, y Dillon le prohibió el paso por la oficina en 12 horas.
  • Dan: No puede ser que todos esos vándalos vuelvan, incluso Johns. ¿Y le prohibió el paso por 12 horas? Esto es un chiste, Dillon está abusando de su autoridad.
  • Karras: ¡Deja de mencionar a Johns! Ya nos estás cansando con eso.
  • Fischer: Creo que no sabes lo que dices. Dillon no está abusando de su autoridad. Y aprovecha de hablar bien, no te entiendo nada.
  • Gale: Bueno, esto es algo gracioso. Pero, aún así, es una gran falta de respeto; sé que es una broma, pero de muy mal gusto. El peor descaro visto es decir que regresarían los empleados despedidos, y mucho más decir que volvería ese vándalo de Johns.
  • Dan: Cierto, ya me está dando la impresión de que Forth es otro vándalo más, ¿o me equivoco?
  • Pat: Ya basta. He logrado hablar con Forth, le explique sobre los alcances de su broma, su castigo, etcétera. Para mi esto ya es suficiente, si quieren hablar o insultar a Forth, entren a su oficina y hagan lo que quieran, pero sepan que ya se tomaron medidas y esta cosa no pasará más, pues supongo que este señor aprenderá.

Ya la cuerda floja había comenzado a cortarse, y los sujetos que estaban ahí estaban ya por caer. El único que no se veía afectado por estas cosas era Ron Colt, quien se encontraba solamente metido en sus informes, protagonizando un único rol de observador.

  • Ron: ¿Qué crees, Guy? Ya dejé el dinero del apartamento para la oficina, claro que dejé un poco para nosotros.
  • Guy: Eso es bueno, supongo que dejarás el dinero en una de nuestras cuentas bancarias, ¿si?
  • Ron: Ni loco. ¿Qué tal si nos descubren los de Sindacco? Se acabará nuestro próspero futuro, no tendremos mansiones, no sabremos lo que significa ser aceptado en un grupo como este.
  • Guy: Claro, pero, ¿no te das cuenta que esto es algo… disfuncional? Digo, hay varias peleas aquí entre varios empleados.
  • Ron: Sí, pero no dura mucho, y no hay nada de crisis. Creo que lo único que haremos será trabajar y observar. Bueno, hacer informes sobre edificios no es tan aburrido como pensaba.
  • Guy. No. A propósito, ¿no has visto a Andy, Martin y Marcus? Hace 2 semanas que no los veo por aquí.
  • Ron: Lo único que sé es que se la pasan caminando por los teatros de Punta de Bedford, y no los he visto en el apartamento desde hace una semana.
  • Guy: Cierto, ¿qué pasa ahí?
  • Michael: Chicos: tengo el sentido pesar de comunicar que Chris Shenar ha anunciado su retiro de esta oficina…
  • Karras: ¿Qué? ¿No es como esa basura de Forth y Dillon?
  • Michael: No, es cierto. Él mismo nos lo ha confirmado ahora, yo propongo convencerlo para que se quede.
  • Dan: Ciertamente. Por mi, quisiera que Chris volviera, ni siquiera nos ha dicho el motivo. Todos somos sus colegas, y al menos, debería irse con un abrazo.
  • James: Pero, ¿seguro si lo pides así él iría a volver? De verdad, este chico es un envidioso, creído, peleador, y seguiría aún. Él me calumnió mucho cuando postulé el informe sobre Trenton para que lo destacaran. Aunque él y yo no nos llevamos bien, sería una pena que se fuera.
  • Pat: Bueno, una vez hablé con él de manera privada y, como dice James, no es muy agradable. Me maltrataba, aún cuando no le había hecho nada. Pero, en realidad me da lo mismo si se va o no. Aunque, lo que ha hecho Michael es muy noble.
  • Karras: Me parece que es un alboroto muy grande. Aunque me da igual, me parece innecesario. Concuerdo con James y Pat, es cierto que varias veces nos maltrató, pero si se quiere ir, que lo haga. No haremos un espectáculo por eso.
  • Chris: Primero me respetan, aquí nadie me conoce como para decirme “envidioso”, “creído” o cosas como esas. Si me voy, es por esto: no tengo tiempo como ocuparme de las cosas de aquí, no me gusta esta organización, todo aquí es una constante pelea, y aquí hay gente más arrogante, por lo que James y Pat pueden empezar a dejarme en paz. Y no voy a volver hasta decidir si en verdad quiero estar aquí o no.
  • Pat: Antes de pensar en amistades, Chris, tendrías que tener cierto grado de respeto. No puedes decir “a mi me respetan”, siendo que tú no has sido respetuoso. No me interesa tu amistad, ya aprendí como eres y me conformo con eso.
  • Karras: ¿Y no le agradeces a Michael por este gesto? ¿Ni siquiera un “gracias? Se nota que eres una persona muy fría Y, como dice Pat, antes de tener una amistad deberías llevarte bien con la otra persona. A propósito, si insistes en irte de aquí, ¿qué haces? Es muy sencillo irse.
  • Nick: Simplemente diré que aunque mucha gente se ha ido de aquí, nunca se ha hecho un alboroto como este. Todos nos iremos algún día y nadie llorará por eso. Es mejor dejar esto como cerrado.
  • Chris: ¿Saben qué? Lo he decidido, me quedo. Pero, solamente para hablar con mis verdaderos amigos. Como si me interesa mucho su amistad…
  • Karras: Está bien. Si lo dices así… Solo te digo que no digas algo que no puedes cumplir…

IV.- Introducción a la paranoia

Luego de que quedaran dichos platos rotos y sus restos, se recibieron los resultados del concurso que tuvo en vilo a toda la oficina, sin embargo los resultados y sobre el juez, dejaron totalmente insatisfechos a muchos.

  • Dan: Este hombre no sabe cómo revisar un informe. Ni siquiera dice en qué fallamos…

Este ambiente de tensión no era tomado en cuenta por Colt, olvidado en cierto modo de su ambiente mafioso. Su única intensión era seguir pasando sobre la oficina, y luego ver las recompensas.

  • Ron: (Con voz entrecortada) Chicos, ehhh… Tengo unos papeles con diseños que podrían ocupar. Bueno, estos diseños son algo bonitos… y son gratis.

De hecho, el diseño fue lo único que aprendió fuera de la mafia. Había ido a la universidad y obtuvo una mención honorífica en diseño industrial, sin embargo, se arruinó al conocer un día el barrio de Saint Mark’s.

  • Philip: Son preciosos, nunca había visto un diseño como este. Quiero 10.
  • Dan: Yo también, pero quisiera 20. ¿Cuánto dices que valen?
  • Ron: Es todo gratis, Dan. Puedes decirle a más gente que tengo estos papeles, ¿sí?
  • Dan: Estoy muy seguro de que Michael querrá algunos de estos.
  • Michael: ¿Yo qué?
  • Dan: Mira estos diseños, Michael. Fíjate en este, incluye también a Stella y a Sky. ¿Cómo supiste que me gusta…?
  • Ron: ¿La serie de la que siempre hablas? Yo siempre he observado lo que dicen, de esa manera me informo y puedo saber cómo entrar aquí.
  • Michael: Ahora que lo veo, son bastante bonitos. De hecho, compraré ahora mismo 15.
  • Ron: Son gratis. No es necesario que tengas que darme dinero.
  • Michael: ¿Es en serio? Vaya. Muchas gracias, de hecho, te recomendaré con los chicos ahora mismo.

Ron no se podía sentir más feliz. Estaba ganando popularidad en un lugar en el que llevaba menos de dos meses. Sin embargo, la tensión se apoderaba más del lugar, pero la gente nueva supo llevar esta situación para beneficio propio.

  • Dan: ¿Sabes algo, Michael? De repente me acordé de Johns, es una suerte que halla venido acá el año pasado, sino me toparía con todo este caos y desorden.
  • Michael: Tienes razón, Dan. No quiero imaginarme qué pasaría si uno de ellos llegara aquí. ¡Ah! Me darían unas ganas terribles de golpearlos a cada uno de ellos.
  • Gale: Estoy de acuerdo. Sin embargo, insultarlos a ellos significaría una gran falta de respeto hacia esta oficina. No me gustaría pasar malos ratos aquí de nuevo.
  • Dan: Michael, Gale. ¿Vieron eso que se asomó por la puerta?

El extraño paquete que salía por los bordes de la puerta se veía bastante contundente. 6 cintas de cassette en dudoso estado, cuyos destinatarios estaban puestos en perfecto orden y con extraña dedicación. Cada cinta traía hermosos mensajes y daban cuenta del gran nivel de educación que poseía el remitente.

  • Desconocido: Qué tal, oficina de Fischer & Dillon. Tal vez no reconozcas el dulce metal de mi voz, pero los he visto millones de veces, y sólo me queda decirles que la han jodido mucho. Estoy dispuesto a explicarle a cualquier imbécil mis cosas, pero ustedes han hecho un gran plan al estilo de Shakespeare. (Corta)
  • Gale: ¿Qué mierda fue esta cosa?
  • Dan: Pon la otra cinta, Gale. Ya me estoy asustando.
  • Desconocido: Para Pat. ¡Oh! Como todos los ornitorrincos. Siempre has tratado de delatar a todos los despedidos y a mí. Haz lo simple, recoge tus maletas y lárgate de una buena vez, y espero que no vuelvas a este santo lugar. (Corta)
  • Dan: ¡Ah, estos malditos chicos! Espero que vayan directamente al “infierno de los despedidos”.
  • Philip: ¡Pat! ¿Has escuchado a esa maldita cosa? Seguro que debe ser una grabación maldita.
  • Pat: Creo que no. Este “señor” me pide que vaya de aquí. Este lugar es libre y se deben seguir algunas reglas. Sólo quiero decir que soy de naturaleza algo pacifista.
  • Michael: Parece que esta cosa sigue. Dan, deja seguir escuchando.
  • Desconocido: Cómo podía olvidarme del señor Dillon. Esto me parecía muy raro. Chicos, este señor hizo todo lo posible para tener esta oficina en sus manos. Hizo informes excelentes sobre edificios en ruinas, pero se descubrió que tiene una máquina que le ayuda a hacer esos informes. Excelente… (la cinta se rompe)
  • Gale: ¡Maldito vándalo de mierda! ¡Qué algún monitor o supervisor haga algo!
  • Michael: Ten calma, Gale. Estoy seguro de que Fischer hará algo al respecto.

Sin embargo, los poderes de la oficina no aparecerían en algún lado, a pesar de los horribles gritos de Gale. Ni siquiera los terribles comentarios bizarros de Dan llamaban la atención. Otros se quedaban observando, mientras otros se observaban con indignación unos con otros.

  • Gale: ¿Dónde mierda están ellos? Que alguien venga a solucionar este caos.
  • Dan: Sí, ¿dónde están? Este Johns no va a durar mucho hoy.
  • Philip: ¿Johns? ¿Cómo puedes estar tan seguro que es él?
  • Dan: Es muy obvio. Johns es el enemigo jurado de esta oficina. Ha dañado la imagen de este lugar por 2 años, estoy muy seguro de que todo esto se trata de él.
  • Philip: ¿Y qué tal si se trata de alguien más? Créeme, puede ser cualquier idiota envidioso que trata de dañar la imagen de esta oficina…
  • Gale: …o un retrasado mental con síndrome de Down que sólo graba estupideces. Debemos matar a esta escoria obscena.
  • Paul: Ni por nada del mundo.
  • Michael: ¡Ah! Una autoridad presente. Paul, tienes que hacer algo sobre esta cosa. Alguien vino y dejó estas cintas en donde nos insultan.
  • Gale: No sigas con eso. No quiero seguir escuchando esta maldita basura.
  • Philip: Cállate, Gale. Toma estos audífonos.

Eran pocos los audífonos existentes en ese tiempo y el único que tenía la oficina era uno de los años 80. Philip fue inteligente es darle dicho artefacto, pues a cierta gente ya le desesperaba su actuación. Paul sólo se atrevió a concluir:

  • Paul: Daré el aviso a Fischer y a Dillon. Tal vez se lo diga a los demás.
  • Gale: ¿Eso fue todo?
  • Dan: Cálmate. Ya se arreglará esto.
  • Michael: No, de hecho, está aún peor.
  • Philip: ¿Qué mierda haces aquí, retrasado estúpido? (Entra el desconocido)
  • Desconocido: Sólo quiero saludar a estos amigos. Sobre todo a este desviado sexual.
  • Dan: ¡Calla la boca! ¡Icy, envíalo al “purgatorio de los renegados”!
  • Desconocido: No esta vez. ¡Subnormales todos, menos yo!
  • Gale: Cierra el pico, bastardo, pedazo de tonto. Si eres Johns, lárgate de aquí. Ya le avisamos a Fischer, así que largo, pobre de ti si vuelve.
  • Desconocido: ¿Quién mierda es Johns? Pobre idiota, sigue volando en tu unicornio azul.
  • Gale: ¡Ya verás cuando te arresten! (Entra Mel) ¡Gracias a Dios, Mel! ¿Puedes echar a este pedazo de basura? La puerta tiene la cadena de seguridad, y echarlo no será tan difícil.
  • Mel: Haré lo que sea posible. (Toma una escoba) Sal de aquí, demonios. ¡Suelta esa escoba! No, será mejor que ustedes se alejen. Gale, será mejor que te calmes, lo único que quiere es que tomen atención a lo que dicen. Si lo ignoran, más rápido se irá.
  • Michael: Pero, eso no ha funcionado, Mel. Hemos hecho todo lo que podemos.
  • Mel: Entiendo. De hecho, ahora mismo haré la denuncia ante Fischer.
  • Desconocido: Cállate el maldito hocico, bestia. Sólo vuela en tu cocodrilo blanco.
  • Gale: Tú serás el que saldrá volando de aquí.

La denuncia fue demasiado rápida. Fischer no estaba, pero Dillon se encargó de llamar a la policía, al ser un caso demasiado grave. Aprovecharon que un guardia del edificio estaba presente y expulsó al desconocido, del que nunca se supo su verdadera autoridad.

Sin embargo, hubo ciertos empleados que quisieron eliminar esta situación con propuestas tales como concursos, tal como diría Nick Edwards:

  • Nick: Un concurso puede revitalizar el ambiente en este lugar, se olvidarían los conflictos entre los chicos y se despejarían de tanto trabajo aquí.

No parecía resultar, pues la paranoia se propagaba como un virus letal. Cualquier persona que viniera, ya sea para conseguir empleo o una propiedad de contrabando, era interpelada por los paranoides. Aún así, siguió la propuesta renovadora de Nick.

  • Nick: Señoras y señores. Como saben, en radio y televisión es común que se hagan concursos de popularidad y pensé, ¿por qué no hacer uno aquí? Es por ello que presento este concurso, donde los 3 primeros lugares serán premiados y podrán “presumir” ante los demás.
  • Pat: Me intriga mucho. ¿Puedes describirnos un poco más?
  • Nick: Claro, debe haber 10 participantes o más si quieren. ¿Quiénes quieren participar?
  • Dan: Yo me anoto, al menos quiero un reto.
  • Karras: Espero que no te desesperes como en el premio al Empleado del Mes, Dan. Por cierto, también anótame.
  • Gale: Yo también quiero participar.
  • Paul: Esto se ve muy interesante. Anótame, Nick.
  • James: También quisiera estar.
  • Pat: No entiendo esto, ¿cuál se supone que es el desafío de cada ronda?
  • Nick: Pat, es como en los mundiales de fútbol. En una ronda te enfrentas a un rival, si ganas, pasas a la siguiente ronda, y así sucesivamente hasta llegar a la final. ¿Entiendes?

La atención puesta fue demasiada, que gente que casi nunca salía de su despacho salía para estar enterarse de dicho concurso. Más la gente mencionada anteriormente, se inscribieron Mel, Philip, Pat, Michael e incluso uno de los “desaparecidos” monitores secundarios, Strausberg. Sin embargo, la sorpresa estaría por llegar.

  • Wilhelm: Buenas tardes. Estoy buscando al…
  • Gale: Cállate, Johns. Ándate de aquí antes de que te mate.
  • Wilhelm: Cálmese, señor. Sólo estoy buscando al señor Fischer, busco un empleo.
  • Dan: Sí, Gale, sólo cálmate. Fischer está disponible, si quieres, pasa. Bienvenido, por cierto.
  • Wilhelm: Gracias.
  • Gale: (A Dan) No me gusta este sujeto, me resulta demasiado sospechoso.
  • Dan: Ten calma, Gale. Los chicos nuevos no causan daño a este lugar, y si lo hicieran, ya tendrán su merecido. De parte de nosotros dos.
  • Gale: Claro, claro. Lo que tú digas.

Diferente a las demás personas que eran tratadas de criminales sin tener un juicio previo, herr Wilhelm tuvo un particular recibimiento en la oficina, sin embargo, la paranoia dominaba la dudosa mente de Gale, que eclipsó la cordialidad existente.

  • Wilhelm: ¿Se imaginan si el barrio de Harwood tuviera un rascacielos de 60 pisos? ¿Qué opinarían de eso?
  • Norman: Bueno, sería como un crimen, aparte de la mafia que existe allí. Un rascacielos en un barrio que sólo tiene edificios de 3 pisos sería un insulto.
  • Paul: Estoy de acuerdo con Norman. Entiendo que quieran hacer un edificio así en Torrington, o aún en Aspatria. Pero Portland nunca ha sido lugar de rascacielos, y me he opuesto rotundamente a las construcciones en el distrito Red Light.
  • Norman: No es por ser cruel por esa gente, pero creo que un poco de progreso ayudaría a esa zona, y un par de rascacielos ayudarían mucho.
  • Karras: No seas tan sarcástico, Norman, eso ya es trabajo de Strausberg (ríe). De todos modos, no sabía que herr Wilhelm tenía ciertos conocimientos de arquitectura.
  • Wilhelm: Por supuesto, señor. Si no fuera por eso, no hubiera trabajado en esta oficina. También tengo ciertos conocimientos de astrología.
  • Karras: ¿Astrología? Y para qué necesitaríamos un astrólogo, lo que necesitamos en un exorcista, con toda esta situación.
  • Paul: (Riendo) Creo que se necesita más que un exorcista, necesitaríamos hasta al Papa para que arregle esto.
  • Wilhelm: ¿Cuáles son todos esos problemas que mencionan?
  • Paul: Verás, herr Wilhelm, existieron algunos empleados que fueron despedidos por ciertas razones. Uno de ellos llegó hace poco y tenía cintas en las que nos amenazaban.
  • Norman: Uno de ellos “enloqueció” y arrastró a varios a una especie de paranoia. ¿Era así el cuento?
  • Karras: Más o menos, Norman. Aún así, Wilhelm (se acerca y le susurra) ten cuidado con ellos, a varias personas los han recibido de manera poco… educada.
  • Wilhelm: Así lo haré, señor. A propósito, he escuchado algo sobre un concurso de popularidad o algo parecido.
  • Paul: Así es, competir con el organizador del concurso es algo demasiado difícil, pero, si crees en la suerte, podrías ganar.
  • Norman: Sí, pero Nick es…, bueno, es Nick. Tiene algo de popularidad, aunque estos concursos me parecen algo estúpidos.
  • Paul: Herr Wilhelm, ¿decías que tienes conocimientos de astrología?
  • Wilhelm: Claro, y se lo demostraré. Estoy seguro que Norman vive en Costa de Vale. En uno de los apartamentos de Jardines de Wichita, número 42, creo.
  • Norman: Esto es… asombroso… creo.

La sorpresa de Norman no se debía a la adivinanza, se debía a que Wilhelm podría recibir un voto de censura, clásico de un mediador. Karras también se veía intrigado, buscaba un ritual de exorcismo, no a un adivino.

  • Wilhelm: Supongo que el señor Paul había tenido un vuelo para el sur la semana pasada, y lo perdió. ¿No?
  • Paul: No exactamente, ese vuelo era hacia el norte, y no lo perdí.
  • Wilhelm: También estoy seguro que el número de la tarjeta de crédito del señor Karras es…
  • Karras: ¡Basta! Esas cosas no deben decirse…
  • Wilhelm: ¿Por qué?
  • Karras: Está en nuestras políticas, y en la ley del estado de Liberty. Son fundamentos válidos como para pedir un voto de censura.
  • Wilhelm: ¿Y eso que significa?
  • Paul: Lamentablemente, si ese voto de censura resulta, no tendrás derecho a tomar la palabra dentro de la oficina dentro de un determinado tiempo.
  • Norman: En pocas palabras, no podrás hablar por un cierto tiempo, aunque podrías trabajar en algo.

Herr Wilhelm aceptó la censura con algo de resentimiento, aunque demostró seguir las leyes por muy injustas que suenen. Sin embargo, en vista que el concurso de Nick avanzaba, dos situaciones curiosas pasaron, y ocurrieron luego de que Nick anunciara los resultados parciales del concurso.

  • Nick: Bueno, los clasificados a la siguiente ronda son: Karras, Strausberg, Mel, Paul, Pat y yo, sin embargo, estuve a punto de pasar por invicto.
  • Dan: ¿Strausberg ganó? ¿Cómo puede ser eso? No puede ser posible.
  • Strausberg: Lo siento, caballero. Si pudiera emplear mejor las leyes de nuestro idioma, le entendería mejor.
  • Pat: Creo que lo que quiere decir es que no te entiende, Dan.
  • Michael: Creo que está siendo muy claro, Pat. A propósito, te felicito por haber clasificado.
  • Dan: Realmente me esforcé, y es casi injusto que pierda frente a Strausberg.
  • Nick: No lo tomes tan a pecho, Dan. Es simplemente un concurso.
  • Dan: Ok, pero quiero un duelo.
  • Strausberg: ¿De qué tipo: con armas o un duelo intelectual?
  • Mel: Oh, esto es absurdo. Además, hace mucho tiempo que se prohibieron los duelos con armas.
  • Pat: Sí, pero, se reestablecieron los duelos de esgrima en 1954.
  • Strausberg: Correcto, entonces, ¿cuándo sería tu duelo, Laertes…? Digo… ¿Dan?
  • Dan: Ahora mismo, Strausberg. Aproveché de sacar las espadas que tienen como adorno.

El absurdo que se había iniciado terminó con la derrota de Dan, sin embargo, él quiso proseguir con el asunto.

  • Dan: Esto no ha terminado. Quiero la revancha, hasta el día que yo diga.
  • Strausberg: Acéptalo, brujita. Has perdido, si hasta creo que recibiré un premio por eso.
  • Dan: De todos modos habrá revancha. He tenido problemas con la mano.
  • Strausberg: No has entendido. YO gané. TÚ perdiste. (Se lamenta) No querrás ver mi reacción al verte, chico.
  • Dan: No importa, la tercera es la vencida.
  • Karras: (Ríe) Es la segunda, Dan. Y mejor no sigas insistiendo con esto.
  • Dan: Que ya lo veremos.
  • Strausberg: No, y el tema se termina aquí. No tengo tiempo para seguir jugando con niños. (Se retira)

El concurso de Nick parecía un tremendo fracaso, en el sentido de que buscaba eliminar las tensiones existentes. Sin embargo, la segunda situación curiosa ocurrió.

  • Pat: ¿Qué tal, Wilhelm? He oído que Karras puso un voto de censura en tu contra, y puedo ayudarte a revertir esa situación.
  • Wilhelm: ¿Cómo puede hacerlo?
  • Pat: Simple. Si quieres, puedes votar por mí en el concurso, y te ayudaré a que te quiten ese voto.
  • Wilhelm: (Tenso) Lo pensaré, señor.

Sin rodeos, herr Wilhelm denunció a Pat enfrente de todos, a pesar de que su censura se mantenía por otro día.

  • Wilhelm: Esta denuncia es hace principalmente porque el señor Pat ha tratado de sobornarme diciendo que vote por él a cambio de eliminar mi censura. Exijo que se haga algo por este fraude electoral.
  • Karras: Pero Pat dijo claramente, “si quieres”.
  • Gale: No te preocupes, Karras. Estos vándalos nunca entienden y no quiero que él sea una excepción.
  • Wilhelm: Gale, la compra de votos es considerado un fraude electoral según la ley.
  • Karras: Pero él no te está obligando, señor exagerado, entiéndelo de una vez.
  • Gale: Wilhelm, este asunto no es ilegal, fue una completa broma. Tú siempre insistes y creo que deberías ser despedido de la oficina.
  • Wilhelm: Gale, esto es un fraude electoral, si la policía se entera de esto, Pat iría a la cárcel.
  • Gale: No, exagerado. Fue una broma. B-R-O-M-A. ¿Y aún lo acusas de vandalismo? Si que te encanta provocar problemas en este lugar, pues estoy dispuesto a revertir esto.
  • Wilhelm: Hasta que Pat declare, sabré si esto es una broma.
  • Mel: De verdad, herr Wilhelm, si sigues con este asunto te pueden despedir. Te aconsejo que no sigas con esto.
  • Wilhelm: La ley especifica que quienes cometen fraude electoral pueden tener 5 años de cárcel.
  • Pat: Esto es el límite. Estaba disfrutando de mi almuerzo. Wilhelm, esto es una broma. Incluso consulté con Nick por esto, diciéndome que es legal. Luego, él mismo te dijo esto. Me da igual si te molesta o no, pero, aún no me votas.
  • Wilhelm: Este tipo de comentarios son objetos de fraude electoral, aunque digas que es un broma no tienes evidencias a tu favor, yo sí.
  • Fischer: Ahora debo intervenir, Pat no tiene ningún poder o autoridad, si los tuviera, habría problemas. Y como no las hay, lo único que tienes que hacer es hablar con él, ya que ninguna autoridad se fijará en una exageración como la que has hecho.
  • Wilhelm: Pero es un tema serio, si lo hubiera hecho fuera de esta oficina, Pat pagaría cárcel por esto.
  • Gale: ¿Alguien puede parar a esta mierda, por favor?
  • James: Disculpen por hablar donde no debo, pero Wilhelm, lo mejor será que te rindas. Pat no es culpable. Lo único que no quiero ver es un “es culpable hasta que se demuestre lo contrario” ni nada. Será mejor que olvides este tema y que tengas suerte.
  • Wilhelm: Qué lástima. Pues eso es fundamental en un caso como este, si no lo quieres ver, que pena. Punto.
  • James: Nada de punto. Ojalá que regreses como un vándalo y que yo tenga poderes como para despedirte.
  • Mel: Wilhelm, este no es ningún caso. No estamos en la Suprema Corte. Pat es inocente, todos lo apoyamos y defendemos. Como dice James, será mejor que te olvides de esto y hagas vida social.
  • Wilhelm: Las cosas acaban cuando acaban. Su apoyo no sirve para demostrar la inocencia de Pat. Lo siento.

V.- ¿Quién siguió con el fraude?

El concurso de Nick finalizó con la victoria de Paul, sin embargo, Wilhelm decidió proseguir con su asunto y buscó justicia a toda costa. Una semana después, propuso a Fischer una serie de reglas, debido en su totalidad a su problema con Pat.

  • Chris: Admiro tu optimismo, Wilhelm. Admito que la autoridad ha cometido algunos excesos en tu contra, sin embargo, creo que varias cosas que propones ya están aprobadas aquí. Pero, no dejes que Gale te intimide, sólo aclárale que este asunto es entre Fischer y tú.
  • Wilhelm: Gracias, Chris. Bueno, en parte me baso en el problema que tuve con Pat tiempo atrás. Sin embargo, hubieron cosas que me ofendieron mucho, y por esto propongo estas nuevas reglas.
  • Karras: He escuchado lo de las reglas que propones, Wilhelm; y te lo digo, todas ya han sido implementadas en la oficina…
  • Wilhelm: Conmigo no. Ayer tuve una discusión con Gale, también fue censurado, pero se le redujo el tiempo, cosa que conmigo nunca pasó.
  • Gale: Perdón que me meta, pero Wilhelm, si Karras no te redujo el tiempo de censura fue porque tú no parabas con el asunto del fraude. A ti te dieron pruebas sobre Pat, pero tú las rechazaste. Acéptalo, es inocente, por Dios.
  • Wilhelm: Gale, también se cometieron errores conmigo, y para eso he propuesto estas nuevas reglas, para que estas cosas no vuelvan a suceder.

En el otro extremo de las cosas, los típicos observadores veían una vez la tensa situación, con la diferencia que esta vez, fue Guy quien intervino.

  • Guy: Wilhelm, si quieres que pongan estas reglas inútiles, deberías poner una que nos permita colocar información clasificada de las personas que vienen a comprar propiedades.
  • Wilhelm: Esto no es inútil, sólo busco que esto sirva para el orden de la oficina. Sí, admito que me equivoqué con Pat, pero hubo gente que me trató como no debía.
  • Karras: Estas reglas ya se usan de otro modo…
  • Wilhelm: Pero, conmigo nunca fueron aplicadas…
  • Paul: De todos modos, Fischer no puede aplicar estas reglas instantáneamente. Si quieres debatir tu idea, hazlo proponiéndolo como tema en la siguiente reunión. ¿Si?
  • Wilhelm: ¿Y cómo puedo debatirlo? Ya no puedo hacer nada aquí.
  • Paul: Bueno, Wilhelm, si hubo un maltrato hacia ti y no se hicieron acciones, fue por un mero descuido de nosotros. Perdónanos, también cometemos errores, pero no es para tanto. Ah, y hablo bajo mi propia opinión.

El caso no parecía tener solución, las predecibles insistencias de Wilhelm y el extraño accionar de la mayoría no tenía fin. Comenzaban a tener renombre las intervenciones de Guy hacia gente como Wilhelm o a los criminales. Sin embargo, Philip decidió intervenir para revertir la cuestión, aprovechando sus conocimientos en psicología.

  • Philip: Cálmate, Wilhelm, por favor. Mira, recuerdo que era igual que ti, me quejaba por todo y decía cosas como “todos están contra mí”, pero cambié. No tienes por qué hacer un escándalo por todo, relájate, porque el único perjudicado estás siendo tú.
  • Wilhelm: Es extraño que digas esto. Además, tengo mis razones para armar este “escándalo”. Y Gale me ha amenazado varias veces con echarme de aquí, lo de ayer no fue la primera vez.
  • Philip: Entiendo lo que hizo Gale. Con mayor razón deberías tomarte en serio dichas amenazas, por algo lo hacen. Si no fueras tan molesto, serías aceptado en este lugar ni nada de esto pasaría.
  • Wilhelm: Gale también merecería un castigo, ahora recuerdo que él no tiene el poder como para echarme de aquí. Eso es falsificación, ¿no?
  • Philip: Me has hecho reír, gracias. Sólo entiende algo: ni a Fischer, ni a Gale, ni a mi ni a nadie le interesa lo que haces. Eres un chiste para este lugar, deja de hacer escándalos ya que a nadie le va a importar.
  • Wilhelm: Bueno, esto no es una ciudad, ya que la prensa no sabrá de esto. No tengo problema en seguir con este “escándalo” y entonces, será mejor que no te metas.
  • Philip: Detén este absurdo o alguien llamará a la policía. Yo me meteré donde quiera, ningún adicto dramático y molesto me dirá qué hacer
  • Wilhelm: Tengo fundamentos como para hacer esto…
  • Philip: Fundamentos estúpidos. Cálmate, Wilhelm, soy una persona muy tranquila.
  • Wilhelm: Son fundamentos basados en la realidad, y son para evitar conflictos, peleas, etc.
  • Guy: Al que tendrían que expulsar de este lugar es a ti, Wilhelm, tú causaste esto.
  • Mel: Bueno, viendo que nadie apoya a Wilhelm, y me incluyo, lo mejor será terminar con este tema de una vez por todas.
  • Wilhelm: Pero, no podría discutir con Fischer sobre las reglas.
  • Mel: Ya están implementadas, hijo. ¡¿Lo entiendes o no?!
  • Philip: No te lo está sugiriendo, te está advirtiendo. Se te acabó el tiempo, deja de llorar como una niña y aprovecha la vida.
  • Wilhelm: Que quede claro que esto era solamente entre Fischer y yo.
  • Mel: Si no fuera porque insistes como un tonto y te hicieron un voto de censura, hubieras hablado con él de forma privada. Pero, pasó lo que pasó y no puedes. Ojalá algún día, algún día, aprendas la lección.
  • Karras: Yo estaba pensando en quitar ese voto, pero viendo este comentario, cambié mi decisión. Mejor que te quedes en el “infierno de la censura”.
  • Mel: Karras, ¿el espíritu de Dan entró en ti?
  • Karras: Sí, pero nada como un buen exorcismo como para arreglarlo.
  • Wilhelm: Estás mintiendo, nunca has tenido planes como para sacarme esto voto de censura. Y como dije, este asunto es entre Fischer y yo.
  • Karras: No miento, no he tenido planes para que te sientas mal. No me importas, sólo eres un niñito delicado. Y este tema es público, todos nos podemos meter.
  • Philip: ¡YA, cállate Wilhelm! Así vas a quedar, como estúpido, molesto. Traté de ser compasivo, pacífico, paciente., pero eres imposible. ¿Y sabes qué? ¡Vete al diablo!

La pelea siguió hasta altas horas de la madrugada, incluso cuando todo el edificio de la Unión de Crédito había estado cerrado. Para peor, esta declaración de guerra no terminó, y la nueva victima fue alguien que confundió la oficina con un burdel.

  • Cliente: (Dirigiéndose a Philip) Ah, señor, no debió ser tan tibio. Para su información, no soy una chica, soy todo un equipo. Puedo ser esto y lo otro.
  • Philip: ¿Qué significa esto, so puta? Aunque no seas una chica, eres una puta.
  • Gale: Déjate de joder, el tema es conmigo, no involucres a él. Te conozco, idiota, y te lo advierto: te sacarán de aquí, llamarán a la policía por ser un arrastrado de mierda.
  • Wilhelm: La intervención de Philip no fue muy buena, por lo que veo.
  • Gale: ¿Quieres hacernos el favor de no meterte aquí? Gracias.
  • Wilhelm: Eso mismo podrías decirlo a Philip.
  • Gale: Sí, pero el mensaje de este estúpido va para él también.
  • Wilhelm: Está bien, pero yo sólo trato de ayudar.
  • Philip: ¿Sabes, Wilhelm? Tus ganas de meterte en cosas que no te convienen, insistir en cosas estúpidas y sin sentido han hecho que pierda toda mi paciencia. (Al cliente) En cuanto a ti, travestí mugroso, sólo se me ocurren guiños sexuales por lo que has dicho. Puta succionapijas de mierda. Con esto, te demuestro que no soy blando como crees, respeto a las mujeres, pero no a los travestís pornoadictos como tú.
  • Cliente: Eh, eh. ¡Arreglemos esto por las buenas! Me equivoqué, creí que este era un club para caballeros, eso dijeron mis amigos. No volveré a hacer esto, me iré.
  • Philip: No te irás, conozco a los de tu calaña. No te vas a ir de aquí, seguirás jodiéndonos a todos. ¿Quieres caramelos? Sólo tengo de banana, supongo que son tus favoritos.
  • Wilhelm: Podrías denunciar a este vándalo, como lo han hecho conmigo. De paso, así te evitas discusiones.
  • Philip: ¡Cállate! En cuanto a ti, pondré una denuncia oficial en la oficina, todos estarán de acuerdo. Ya nos veremos. (Sale)

Philip preguntó a diversas personas si estaban de acuerdo en poner una denuncia contra de herr Wilhelm: todos estuvieron de acuerdo. En cuanto a Ron, observador obligado, decidió dar un paso adelante y llamó a sus asociados.

  • Ron: Guy, William, tengo el plan perfecto para que yo… es decir, nosotros, avancemos aún más en nuestro ascenso social.
  • Guy: ¿Cuál es, Ron?
  • Ron: Verás, ¿conoces al tan Wilhelm? ¿William?
  • Guy: Claro que lo conozco, es tan desesperante, ha estado molestando con ese tal problema con… ¿Pat?...
  • Ron: Sí, así es su nombre.
  • Guy: …desde hace una semana. Ya nos tiene cansados a varios.
  • William: Así veo, entiendo que quieren hacer una denuncia formal contra él.
  • Guy: Sí, ese tal Philip nos ha preguntado mucho sobre eso.
  • Ron: Así veo… Verán, chicos, la idea que tengo es simplemente… ehhh…, deshacernos de él.
  • William: ¿Cómo?
  • Ron: Como las escuchado, William. Nos deshacemos de él, nos deshacemos del jodido problema. Y además, nos aseguramos una buena posición en este lugar.
  • Guy: Estoy algo de acuerdo, pero, ¿no se supone que habíamos abandonado esto?
  • William: Sí, se supone que vinimos a este lugar para conseguir una fortuna, luego mansiones, coches, etc.
  • Ron: Entiendo que estén preocupados, pero piensen, esto nos hará más posible conseguir estas cosas. Sé dónde vive, llamaré a Andy, Marcus y a Andy. Yo los avisaré.
  • William: Está bien. (A Guy) ¿Ese es Philip?
  • Guy: Ese mismo. Y creo que va a empezar con su denuncia.
  • William: Ya lo veo, y ha montado una especie de corte o jurado. Cómo me gustaría estar ahí.

En efecto, Philip había montado un improvisado escenario similar a la Suprema Corte. Como siempre, él estaba en el centro, mirando hacia los curiosos que estaban cerca. Wilhelm fue excluido a un rincón, pues rechazó la silla que le habían dado.

  • Philip: He venido aquí para denunciar a este “señor” que ha causado muchos problemas a esta comunidad. Por ejemplo: publicar mensajes innecesarios, inservibles y hasta insultantes, acusar a empleados de falsificación, insiste hasta llegar a los límites, etc. Creo que Gale nos quiere decir algo.
  • Gale: Sí, Wilhelm no para de insistir, es un imbécil y hace todo a propósito. No me atreví a denunciarlo, porque, las veces que lo he hecho nadie parece hacerme caso. Debería ser expulsado de aquí, y poner una orden de alejamiento.
  • Philip: Concuerdo, o como mínimo, quiero que no ingrese aquí en tres meses.
  • Mel: Esto me sigue pareciendo a la Suprema Corte, no sé por qué. (Todos ríen)
  • Wilhelm: Philip, yo sólo proponía cosas para esta oficina, aclaré las cosas, nada más.
  • William: Sí, claro. Y yo soy el hijo ilegítimo del presidente Clinton. ¡Todo es mentira!
  • Gale: Wilhelm, ya llegaste a un extremo. Te advertimos varias veces que pararas, pero nunca hiciste caso. Eres un idiota, lo siento que tenga que decirlo así.
  • Philip: No es sólo lo que dices, Wilhelm. Has puesto varias demandas en falso a gente equivocada de esta oficina. La verdad, es que te debe faltar la mitad de tu cerebro, o tres cuartos.
  • Paul: Philip, Gale, no empiecen otra discusión aquí. Sólo es una pérdida de tiempo discutir con él, ya que no entenderá nuestra forma de pensar. Mejor, ignórenlo y que haga lo que quiera hasta que lo expulsen. No caigan en el mismo nivel que él.
  • Wilhelm: Oigan, gente. Este asunto era entre Fischer y yo, no era necesario que ustedes se metieran donde no deben.
  • Paul: Te lo aseguro, Fischer no te responderá. Lo siento.
  • Wilhelm: Pues es preferible que él venga y hable conmigo y puedan relajarse sin mi como ustedes quieren.
  • Dan: Perdón que me meta, pero este Wilhelm ya debería ser expulsado, ya que se ha pasado de listillo con todos nosotros.
  • Guy: Muy cierto, hace rato que debería ser expulsado este tipo.
  • Michael: ¡Expulsen a Wilhelm! Ya ha cometido sus errores y es hora de que los pague, no con una simple expulsión, sino con la cárcel.
  • William: ¡Que pague justo por pecador!
  • Wilhelm: Tú ni siquiera sabes lo que es el pecado…
  • William: Por favor, vengo de una familia que va cada domingo a la iglesia, y estudié en un colegio católico. Así que calla, analfabeta con aires de grandiosidad.
  • Pat: Creo que Wilhelm sólo se defenderá solo. Hola, por cierto…
  • Michael: Es cierto, me da pena…
  • William: Es como chocar los cinco uno mismo.
  • Chris: Esto se está saliendo de control. Wilhelm, esas reglas ya están puestas, no insistas. Entiende de una buena vez que nadie te quiere aquí. O te vas por tu cuenta o creo que te sacarán por las malas.
  • Gale: Ya llegaste a tu límite. Si fuera tú, contribuiría como cualquier ser normal, no estaría jugando como un niño de un año, como pareces ser.
  • Guy: Creo que ya hay fundamentos suficientes como para proceder al bloqueo, no hay nada más que decir.

La frase de Guy notó la victoria de la propaganda enemiga sobre herr Wilhelm; sin embargo, los pocos empleados cuerdos hicieron notar su parecer.

  • Pat: Esperen. De acuerdo, nadie aguanta aquí a Wilhelm; pero, no pueden salir de la nada y decidir que se le debe expulsar. Si no se le expulsó antes, menos lo harán por una demanda no-oficial.
  • Karras: Yo, ¡propongo la catapulta! (Ríe descontroladamente)
  • Wilhelm: ¡Entiendan! Yo quería proponer nuevas leyes para la oficina, aunque sean estúpidas para ustedes. No tenía malas intenciones con ustedes.
  • Michael: Ah claro, y yo soy el alcalde de Vice City. Wilhelm, has vandalizado, insultado, lo único que esperamos es que tengas una estancia en el “pozo de los vándalos”.
  • Wilhelm: ¿CUÁNDO he insultado? Sólo hablé con la realidad, que es muy diferente, y admito que me fui de las manos al acusar a Pat…

Al igual que las veces anteriores, el auto-denominado juicio prosiguió hasta los últimos rayos del viejo y anticuado sol. Sólo fue hasta minutos antes de que la oficina cerrara cuando los símbolos de la autoridad hicieron presencia.

  • Strausberg: Me encanta ver cómo todos se la hacen de jurado con esto.
  • Michael: ¿Por qué lo dices?
  • Strausberg: (Le ignora) Su denuncia, sugerencia, demanda, lo que demonios sea ha llegado a nuestras manos. En los siguientes días veremos como se resuelve esta cosa. Y ahora, váyanse.
  • Philip: ¿Y por qué?
  • Strausberg: ¿Por qué? Ya son las 11 de la noche. Tanta discusión les hizo perder la noción del tiempo. Por Odín.

Esa misma noche fue aprovechada por Ron y sus seguidores para poder secuestrar al pobre herr Wilhelm. Como siempre, usaron la vieja furgoneta para transportarse hasta Aspatria, donde Wilhelm vivía.

  • Ron: Y bien, Marcus. Espero que hayan hecho algo bueno en el tiempo que no nos habíamos visto.
  • Marcus: Oh, claro. Sólo hemos estado paseando por la ciudad. ¿No?
  • Andy: Sí, y conocimos a un gran amigo y a su novia.
  • Martin: Claro, pero esa mujer me pareció algo lunática. Hemos prometido no juntarnos nunca con esa mujer. Estamos amenazados por su grupo.
  • Guy: ¿Qué grupo? ¿Acaso los conocemos?
  • Martin: Unos sudamericanos. Creo que se meten mucho con eso del polvo, aún así, no creo que los conozcamos.
  • William: No lo recuerdo. Sólo recuerdo a los italianos, ¿qué habrá sido de ellos?
  • Ron: Lo que sea con ellos, con tal de que no volvamos a verlos nunca jamás.
  • Marcus: ¿Y qué tal si nos encontramos con ellos en las calles? ¿Qué haremos?
  • Ron: Ten calma. Si llegan, y espero que ese día nunca llegue, estaremos lo suficiente preparados como para enfrentarnos.
  • Marcus: ¿Cómo?
  • Ron: Ya te lo explicaré otro día…
  • Andy: A todo esto, ¿adónde vamos?
  • Guy: A Aspatria, vamos a cobrar una deuda con un viejo amigo.
  • William: Por favor, no le digas “amigo” a Wilhelm. Es odioso y desesperante.
  • Martin: Un momento, se supone que nos habíamos retirado de este negocio para siempre.
  • Guy: Así será, pero debes entender que este sujeto es una personificación nazi, es insistente, odioso, irrespetuoso…
  • Ron: Creo que alguien me entiende…
  • Andy: ¿Y cómo se supone que haremos esto?
  • Ron: Como lo hemos hecho antes, lo dejaremos “tirado” en el [puerto de Portland]].
  • William: Ah, echaba de menos el hacer ese método, es un clásico de la mafia.
  • Ron: Ya llegamos.

El apartamento de Wilhelm era el más común que había en el barrio. Al avanzar por el interior del edificio, el séquito vio que el lugar no era para alguien como Wilhelm, o para la concepción que tenían de él.

  • Andy: Este lugar es demasiado… limpio. ¿Y cómo es el tal Wilhelm?
  • Guy: Es horrible, te lo aseguro. Es bastante insistente, y nos ha acusado a varios de fraude, o falsificación.
  • Ron: Y a ustedes, ¿qué les ha pasado? No los hemos visto desde hace un buen tiempo.
  • Martin: Ah, bueno. Hemos estado paseando por la ciudad. Sería un gran mentiroso si te dijera que no conocía la isla Staunton.
  • Guy: ¿No? Pues es muy raro.
  • Marcus: Cierto, y Martin nos convenció de “vagabundear” por el distrito. Nos gustó pasear por Fuerte Staunton
  • Guy: A pesar de que territorio del sindicato de Franco Forelli.
  • Ron: ¡Silencio! Ya llegamos.
  • William: ¿Estás seguro que es aquí?
  • Ron: Claro, saqué la tarjeta de la hoja de contactos de la oficina.

Al tocar la puerta, herr Wilhelm notó que era el principio de su fin. Era la persona más odiada de la oficina en 2 años, y no dudaba que alguien enviara a una turba de mafiosos o asesinos sin identificar.

  • Wilhelm: ¿Quién está ahí?
  • Ron: Somos nosotros, Wilhelm. Sal y enfrenta esto como un hombre.
  • Wilhelm: (Sale) ¿Qué demonios quieren? ¿Qué quieren de mi?
  • Ron: Hemos de limpiar la mancha que dejaste en la oficina. (Lo golpea) Amárrenlo y llévenlo a la furgoneta.

Amarrado de pies y manos, llevaron a herr Wilhelm hacia la siniestra furgoneta. William, en cambio, pidió claramente ir con él en la parte trasera. Con sus supuestos dotes de abogado, efectuaría una terrible interpelación. Sin embargo, Wilhelm prefirió defenderse en su clásica manera.

  • Wilhelm: Mira, William, te voy a dar un consejo de forma respetuosa: no me molestes más, no me molestes con tus chistes de gato muerto. Y a todos ustedes, han cometido un gran error al hacer esto conmigo.
  • William: Pero, yo también te quiero, Wilhelm.
  • Wilhelm: ¿Qué cosa?
  • William: Nada.
  • Wilhelm: Por favor, yo estoy hablando en serio.
  • William: ¿Tú, serio? Dejemos la seriedad para los mayores.
  • Wilhelm: ¿Y cómo crees que se hacen las cosas aquí? ¿Con un chiste?
  • William: Así que, me estás dando lecciones de cómo ser serio. Por favor, chico, cállate.
  • Wilhelm: Mira, no quiero discutir contigo. Solo te digo que no me vuelvas a molestar con esos “chistes”, por favor.
  • William: ¿Te molesta? Vaya autoestima que tienes, chaval.
  • Ron: Ya hemos llegado.

El puerto de Portland era el cementerio favorito de la mafia desde que la familia Leone sobornó al sindicato de los obreros portuarios. Wilhelm se sumaría a las decenas de víctimas de las familias mafiosas.

  • Ron: ¿Tienes algo que decir, Wilhelm?
  • Wilhelm: Han cometido un terrible error. Sólo quería hablar con Fischer para…
  • Guy: Ah, ya sabemos esa parte. La verdad, Ron, es que no quiero seguir perdiendo el tiempo con esta cosa.
  • Wilhelm: Se arrepentirán. La calidad de esta oficina está cayendo gracias a gente como ustedes. Paranoicos que no saben distinguir entre el bien y el mal. (Ron le dispara y muere)
  • Ron: Tiren el cuerpo al mar. Que conozca a sus nuevos amigos.

Luego de dicho suceso, Ron tendría tiempo de tener una nueva “parranda” con sus amigos, a los cuales no veía desde hace semanas.

  • Ron: Y ustedes, ¿trabajarán en la oficina?
  • Marcus: No, estaremos paseando por ahí.
  • Ron: Ah, pues, era por si Paulie llegaba hasta allá.

VI.- Consecuencias

Un tiempo después, apareció un nuevo individuo. Sin embargo, este era el más raro que se haya conocido, el cual solo apareció con el nombre de “Gizmo”.

  • Gizmo: ¡Hooooola a todos!

Él llegó en un momento no muy oportuno, pues aún permanecían pendientes las acusaciones e interpelaciones puestas contra Wilhelm.

  • Gale: Hola.
  • Mel: Hola, también.
  • Gizmo: ¿Saben? Acabo de ver a dos payasos caer por la escalera. (Ríe descontroladamente)
  • Mel: ¡Oye! ¿Cómo te puedes reír de eso? ¡Diablos!
  • Philip: Estamos pasando por tiempos algo difíciles… ¿cómo dices que te llamas?
  • Gizmo: No sé… mis amigos me dicen “Gizmo”.
  • Philip: Ehhh… está bien…
  • Gizmo: Pero, no tienen porqué ser serios. Ojalá yo los pudiera hacer reír un poco.
  • Gale: ¿Y cómo?
  • Gizmo: Miren, habían dos ancianos, uno se cae de un rascacielos y la otra es atropellada por dos camiones y...
  • Gale: ¡Oye!
  • Gizmo: ¿Qué? Sólo quería hacerlos reír un poco…
  • Mel: Entiendo eso. Pero, no tienes por qué contar estos chistes tan crueles.
  • Gizmo: ¿Crueles? Pero si es buen material… Espero contar estos chistes en el club de Paulie, en el distrito Red Light.
  • Gale: Pues no lo vas a hacer.
  • Gizmo: Y, ¿por qué?
  • Gale: Porque te expulsaremos de aquí, chiquillo. ¡Llamen a la policía!
  • Mel: Un momento, Gale. Tú no tienes suficiente autoridad como para hacer eso.
  • Gizmo: Esperen, eso quiere decir que… ¿no se están riendo de mis chistes?
  • Gale: No. Son terribles y repugnantes.
  • Dan: ¿Qué sucede? ¿Ya llegó Wilhelm? Te lo advierto, si quieres causar problemas, será mejor que evites mi ira…
  • Gale: No es él, Dan. Sólo es un chiquillo que cuenta chistes malos.
  • Gizmo: Oigan, yo solo quería hacerles reír. Solo quiero ser una buena persona con amigos. ¿Por qué hay gente así?
  • Mel: Verás, ehhh…, Gizmo. Tus chistes son bastante crueles, y nosotros no nos reímos de ese tipo de cosas.
  • Gizmo: No me saquen de este lugar. No puedo soportar un segundo sin estar en este lugar.
  • Gale: ¿Por qué? Pues mira…
  • Gizmo: Ah, no me importa lo que digas, “atropellado” de mierda.
  • Dan: ¿Cómo? Escucha…
  • Gizmo: Oh, sí. Miren, soy la estúpida de Dan, que le doy pena a todos.
  • Paul: ¿Qué sucede aquí? (Gizmo comienza a gritar)
  • Karras: Ah, demonios. Ya nos ocuparemos de él. ¡Paul! Ayúdame a sacarlo de aquí.

El esfuerzo colectivo fue muy grande, todos lograron sacar al tal “Gizmo” de la oficina, trataron de cerrar la puerta con todos los seguros. Al final, Dan soltó una frase tranquilizadora.

  • Dan: Bien. Ya no hay vándalos merodeando por acá. Stella ya se lo llevó al “purgatorio de los criminales”.

Sin embargo, Gizmo logró abrir la puerta y pudo conversar una vez con los que él consideraba “amigos”.

  • Gizmo: Oigan, ¿por qué hicieron esto conmigo? Sé que estaba algo molesto, pero también soy chistoso. Ustedes deben saber que me enojo por cosas que ni se imaginan, a mi tía se le perdieron las llaves y no pude ir al taller. ¿Creen que podría estar de humor con eso?

Paul: Entendemos eso, pero, en esta oficina no queremos gente que falte el respeto a los demás. Gizmo: Sí, pero, por estas razones una persona puede llegar a convertirse en un vándalo… Dan: ¿Vándalo? ¿Dónde? ¡Mátenlo! Gizmo: No quiero ser malo con la oficina, ni con ustedes. No quiero vengarme por esto, hermanos.

  • Paul: Si quieres hacer eso, pues tendrás que calmarte, amigo.
  • Gale: Claro, tendrás que calmarte si quieres entrar aquí.
  • Gizmo: Oye, ¿qué te pasa? Creí que éramos amigos…
  • Gale: Quizás, pero no puedo ser amigo de alguien que se la pasa insultando. Me insultaste a mi y a Dan. ¿Te parece poco?
  • Gizmo: Oye, hijo de puta…
  • Dan: ¡Basta! Que alguien llame a la policía.
  • Karras: Ya voy, ya voy… (Cierra la puerta)
  • Gizmo: ¡Maldita escoria! Por eso quiero ser un vándalo, un criminal. Tal vez la misma oficina atrae a los mismos vándalos. No importa que llamen a la policía, yo seguiré ahí para hacerles la vida imposible.
  • Karras: Ah, por favor, no eres ninguna amenaza. Con dos o tres palabras se revierte toda cosa tuya, con cuatro ya estás en la cárcel.

A pesar de la declaración de Karras, Gizmo continuó amenazando a la oficina con cuentas bancarias falsas. Con estas, pudo sacar más de un millón de dólares de “la caja”, para sorpresa de muchos. Mayor fue la sorpresa al ver que se convocaría a un nuevo parlamento.

Los parlamentos eran reuniones en las cuales se reunían varios empleados de renombre, junto con la autoridad. Eran muy pocas veces que se hacían estas reuniones, al menos, dos veces al año. Sin embargo, fue la ocasión perfecta para que ciertas personas prepararan sus mejores armas.

  • Gale: Mel, ¿has oído que habrá un nuevo parlamento?
  • Mel: Así escuché. ¿Forth puso el anuncio?
  • Gale: Sí. De hecho, ahora mismo se están reuniendo para discutir los temas que saldrán ese día.
  • Mel: Ok, iré para allá. (Gale sale)
  • Philip: Psst. ¡Mel! ¿Puedes venir?
  • Mel: ¿De qué se trata, eh?
  • Philip: Verás, Mel. Hemos descubierto algo… es demasiado arriesgado esto. ¿Por qué no vamos a un lugar más seguro?
  • Mel: Pues, la junta va a comenzar. Se decidirán los temas que se discutirán en el parlamento.
  • Philip: Excelente. Bueno, ehhh… Mejor que Pat te lo diga, él te lo explicará mejor. Estoy nervioso.
  • Pat: Pues, Mel. He descubierto que Gale ha tenido ciertas… cuentas bancarias fraudulentas y…
  • Karras: Cierto, y eso sería una buena razón para que lo despidan de la oficina. Te lo digo Mel, para mí, es una persona que parece estar poseída por el demonio.
  • Pat: Debo confesarlo, Gale tampoco me ha caído muy bien. Cada vez trato de corregir sus errores, siempre me responde de una manera poco adecuada. Tengo aquí mismo las cintas donde él confiesa.
  • Mel: Tendrás que guardarlas muy bien. Creo.
  • Philip: Eso, ¿qué significa? Quiere decir que…
  • Mel: Que estoy con ustedes. Gale jamás me ha caído bien, es muy arrogante. Y eso de culpar a otros criminales, cuando él mismo nos estafó con cuentas bancarias falsas me parece un insulto.
  • Philip: A mi me parece una hipocresía total. Si a mi no me dieron una segunda oportunidad en su tiempo, espero que no se la den a él.
  • Karras: Será mejor que pasemos a la junta. (Todos entran)
  • Forth: Muy bien, como han visto, se va a realizar un parlamento la próxima semana. Por primera vez, vamos a discutir los temas que aparecerán dicho día. Comenzamos.
  • Gale: Pues bien. Propongo que el señor Wilhelm sea expulsado de una vez por todas de la oficina. Ha ocasionado muchos problemas: crea discusiones sin sentido, nos ha llevado la contra, ignora lo que le decimos, no hace caso…
  • Norman: Ejem… ¿no se supone que hay temas más serios que discutir?
  • Dan: Manito arriba. A decir verdad, Norman, Gale tiene mucha razón. Ha causado muchos problemas, nos ha insultado y acusa a los demás sin sentido alguno.
  • Mel: ¿Insultado? Por favor, Dan, ¿tienes la prueba de que él haya faltado el respeto?
  • Dan: Bueno… a un amigo se le perdió…
  • Gale: ¿Qué te pasa, Mel? Creí que estabas de nuestro lado…

Pues no era así, Mel pensó que Wilhelm no era una grave amenaza, idea que Gale había impuesto. Sin embargo, Guy se encontraba demasiado nervioso, debido a que sabía del paradero de herr Wilhelm.

  • Guy: Pues… ¡Ya deben expulsarlo! Se comporta como un bebé, y hemos recibido demandas para que se le quite su censura. Además, es un simple nazi.
  • Pat: Sí, podrá haber alterado un poco el orden, pero esto no lo merece. Además, es un simple capricho porque es molesto para algunos. Hay temas mejores que discutir, y personas más peligrosas que Wilhelm.
  • Forth: Bien, caso cerrado. ¿Alguien tiene algo mejor que discutir?
  • Paul: Pues, viendo cómo ha sido el tema de los concursos, especialmente con los jueces, propongo que los Empleados del Mes tengan el acceso a ser jueces del concurso. ¿Qué les parece?
  • Pat: Bueno, tienes razón. Hay varia gente que se ha anotado, sin “cumplir los requisitos”. Hay gente que no ha revisado bien los informes, o no ha cumplido con su responsabilidad de entregarlos a tiempo.
  • Nick: Estoy de acuerdo. Que los jueces sean Empleados del Mes es una buena idea para la oficina. Esto es raro, pero ya presentía que quienes no tuvieran ese premio se verían perjudicados.
  • Dan: Aquí casi el 80% no tiene dicho premio. ¿Qué viene? Un premio para participar en concursos, un premio para vender casas y cuarteles de policía. Este premio abre caminos para algunos, pero las cierra para la mayoría.
  • Norman: El 80% de los empleados no tiene el premio, ¿y qué? A menos que tengas cierta experiencia, o que aprendan rápido, dichas personas no saben ni fotografiar un lugar. Ni tampoco tienen buena ortografía.
  • Dillon: Bien, creo que este tema también entraría. Es muy bueno, ¿quién sigue?
  • Mel: Yo, bueno… con los sucesos recientes, he visto que hay una conducta irracional en cuanto a las palabras dichas en esta oficina. Para controlar esto, propongo que haya una política más racional sobre este tema, y si es posible, que el voto de censura vaya también a dichas personas.
  • Pat: Concuerdo. Este tema viene desde hace tiempo, y es una falta de respeto. Ya es hora que discutamos sobre esto.
  • Gale: Estoy de acuerdo. Varias veces se nos ha criticado, poniendo excusas tontas e inválidas. Sobre todo, cuando lo que decimos es cierto.
  • Nick: Ehhh, Gale. Sería mejor que no argumentes con temas más personales, además, tú estuviste involucrado en esto.
  • Dillon: Antes de argumentar, siquiera antes de estar aquí, debes estar registrado. ¿Lo estás?
  • Gale: Supongo que sí.
  • Dillon: Bien. ¿Algo más que decir?
  • Forth: Yo, gracias. Sólo quiero decir que me gustaría que se aplicasen las reglas del “Escritor destacado” al Empleado del Mes…
  • Dan: ¿De qué se trata eso?
  • Strausberg: Yo te lo explicaré, querida hada. (Saca su cigarro)
  • Dan: ¡Oye! Tú me debes una revancha.
  • Strausberg: Hace cierto tiempo, el “Escritor destacado” juzgaba la calidad de los informes hechos, como la ortografía, las imágenes hechas, etc.
  • Nick: Lo recuerdo. Pero eso lo eliminaron cuando nos dimos cuenta de que era muy similar al Empleado del Mes.
  • Dan: Ah, pues. A favor, pues esto también tiene su chiste si alguien se la pasa contribuyendo todos los días.
  • Strausberg: Adoro ese optimismo, pero no te entendí nada.
  • Dan: ¡Oye, tú me debes una venganza! ¡Quiero mi venganza!
  • Strausberg: Voy por mi armadura, con permiso. (Sale)
  • Forth: ¿Nada más? Pues se cierra la sesión de esta junta. Salgan.

No se acordó la fecha que se realizaría el parlamento, y este resultaba ser el temor de Mel. Los parlamentos siempre se realizaban los fines de semana y Mel solía viajar a Carcer en esos días. Sólo buscaba, junto con los demás conspiradores, juntar la mayor oposición contra Gale.

  • Philip: Mel, he convencido a James de que nos apoye contra Gale. Sólo busco la suficiente gente que nos apoye.
  • Mel: Pues será difícil, si odias a los vándalos, seguro apoyarás a Gale.

Philip: Tienes razón, pero entonces, nos concentraremos en la oficina que tengo en el tercer piso.

  • Mel: ¿Qué oficina es tuya?
  • Philip: Una editorial. Nos han llegado buenos ejemplares de escritores de Bélgica e Inglaterra.
  • Mel: Pues, también pienso en comprar alguna oficina por aquí. Hay unas cuantas que están en desuso y podrían ser útiles.
  • Philip: ¿Pasa algo malo? Te noto muy extraño.
  • Mel: Verás, Philip. Desde que sucedió lo de Wilhelm me he sentido algo decepcionado. Wilhelm era un buen sujeto, de repente salió como un criminal. Y aún peor, sin ninguna evidencia.
  • Philip: Es culpa de Gale. No te vayas, Mel. No dejes que otros perturben tu trabajo.
  • Mel: Ojalá así sea, pero ya no tengo ganas, ni tiempo. Creí que vender bienes raíces sería interesante.
  • Philip: Bueno, pero… Cuando llegue el día del parlamento, verás cómo celebraremos la caída de Gale. (Ríe)

En una serie de contratiempos y tropiezos burocráticos, finalmente se decidió que el parlamento sería el domingo de la siguiente semana. Un día muy esperado por muchos, pero que marcó el inicio de una nueva época.

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