Grand Theft Encyclopedia
Advertisement
Grand Theft Encyclopedia
45px-HistoriasH.png30px-Rockstar_Leeds_logo.svg.png


En episodios anteriores de 80th Vice...

Sonny: Puedes venir a mi barco cuando te apetezca. Si necesitas a alguien con quien hablar, sabes que siempre voy a estar aquí.

Rafael: Pero yo no.

Sonny: ¿Qué estás diciendo?

Rafael: Mataron a mi hermano por que era policía, mataron a Angelina por que yo era policía. ¿A cuántas personas más voy a arrastrar conmigo?

Sonny: No te tortures así, amigo.

Rafael: No quiero saber nada más de delincuentes, Sonny. Esto es demasiado.

Sonny: Vamos, Ralph, deberías pensártelo mejor... Irte unos días y volver cuando estés preparado...

Rafael: Me voy, pero no por unos días.

Sonny: ¿Te marchas? Somos un equipo...

Rafael: No sé por qué tienen que pasar ciertas cosas que pasan, cada uno lo explica a su manera, pero lo que sí tengo claro, es que no quiero seguir siendo policía. Adiós, Sonny.

Sonny: Te echaremos todos de menos, socio. - Los dos policías se dieron un apretón de manos y un abrazo. Luego, Rafael se dio la vuelta. - ¿Adónde irás?

Rafael: A donde los recuerdos no puedan encontrarme.


Rafael empezó a caminar por la playa, entre el límite existente entre arena y agua salada. Su impulso de seguir caminando hacia el sol de poniente era tan fuerte y decidido como el violento oleaje del mar.


1987

Rafael se despertó junto a Valerie. Ella estaba todavía dormida y él la acarició un poco antes de hacerse el desayuno. Liberty City seguía siendo aquella ciudad oscura y gris, camuflada por los lujosos y altos rascacielos. Valerie se levantó y abrazó a Rafael por la espalda.

Valerie: Algún día tendrás que dejar de huir.

Rafael: Ojalá fuera tan fácil...

Valerie: Ya no eres policía. Deberías buscar un nuevo trabajo... y olvidarte del asunto.

Rafael: Orlando mató a Angelina. No descansaré hasta encontrarlo.

Valerie: Rafael, esto no puede seguir así. Cada vez que te pasa algo, vienes a mí buscando que te ponga la mano en el hombro. Esto no nos hace ningún bien a los dos. Parece que sólo me buscas cuando estás necesitado.

Rafael: Sabes que eso no es verdad...

Valerie: Es lo que das a entender. Mira, llevas buscando a ese Orlando por todo el país durante un año.

Rafael: Ese cobarde se ha escondido, pero tarde o temprano, dará la cara.

Valerie: Siempre habrá un Orlando, Rafael. Siempre tendrás enemigos. Con nuestros trabajos, es inevitable. ¿Sabías que la facción de Colombia de los Revilla también quiere echaros el guante a tí y a tu ex-compañero? Mucha gente busca llamar a nuestra puerta con una escopeta en ristre, y en alguna de esas, no errarán el tiro. No somos invencibles. Sólo somos personas con un arma y una placa, tú ya ni eso.

Rafael: Tengo que irme.


Rafael salió del piso de Valerie y entró en un bar. No había mucha clientela, tan sólo un camarero que estaba limpiando los vasos y dos tipos echando un pulso. En la tele, estaban emitiendo unas noticias.

Presentador: Interrumpimos la el programa para ofrecerles una emisión de última hora. - En la tele se empezaron a verse imágenes de cuerpos mutilados, y luego, de cómo dos paramédicos subían en una Ambulancia a un hombre de unos treinta y tantos, pelo corto rubio y con un profundo corte en el cuerpo. - Se han encontrado varios cadáveres y un herido grave en lo que parece haber empezado como una reunión que ha acabado convertida en una auténtica masacre. Al menos hay tres personas muertas y un herido. La policía ha acordonado la zona.

Resulta que Rafael había reconocido al hombre que subían en camilla.

Rafael: Sonny...

En la televisión, se veía como Switek y Zito trataban de apartar a los periodistas mientras se llevaban a Sonny en Ambulancia.

Video:Intro 80th Vice


La senda de Bushido

La Comisaría de Washington Beach estaba sumida en el caos. Gina y Trudy comprobaban multitud de informes. Switek y Zito cotejaban grabaciones y el Teniente Castillo realizaba varias llamadas. La atmósfera era tensa y se palpaba que todos estaban bastante nerviosos. Castillo salió de su despacho.

Castillo: Switek, Zito, dejen lo que estén haciendo. Vengan conmigo.

Castillo los llevó a ambos en su Washington hasta el edificio forense. Dentro, estaban tres cadáveres con profundos cortes.

Switek: Un trato dos a dos. ¿Una banda rival?

Forense: Los cortes estaban hechos con un filo extremadamente... afilado, valga la redundancia. Cortes muy limpios, pero mortales. Aunque no sé con qué...

Castillo: Lo hicieron con una espada japonesa, una Katana samurái.

Switek: ¿Cómo lo sabe, Teniente?

Castillo: Conozco muy bien la cultura oriental, Switek. Lo que me parece curioso, es que todos los cadáveres presentan esos cortes. En el asalto, no se disparó ni una sola arma de fuego.

Zito: ¿Han sido ninjas?

Castillo: Lo averiguaré. ¿Han puesto vigilancia en la sala de Sonny?

Switek: Hay un vigilante de seguridad. Los enfermeros deben presentar su placa de identificación para...

Castillo: De acuerdo. Hablaré con el director de la operación.

Switek: Mientras tanto, ¿qué hacemos nosotros?

Castillo: Júntense con Gina y Trudy y pregunten en las calles. Cualquier cosa que nos sea de utilidad para avanzar.


Horas después, Rafael había llegado a Vice City y llamó a un Taxi. Mientras recorría la ciudad, Rafael asociaba a cada rincón de la misma a algún recuerdo, algunos agradables, otros no tanto. Finalmente, Rafael había llegado al Pier 1, donde estaba el Marquis de Sonny, y cerca de este, el Stinger aparcado. Rafael se montó en el coche y vio que sorprendentemente, tenía las llaves dentro.

Rafael: Te volviste descuidado, amigo.


Mientras tanto, Castillo estaba hablando con un hombre de traje y corbata.

Castillo: Los vendedores han muerto y uno de mis agentes está luchando por su vida. Quiero saber qué ha ocurrido y por qué unos expertos en espada samurái han asaltado el intercambio.

Hombre de traje: Verá, Castillo, se trata de asuntos de Liberty.

Castillo: ¿Por qué necesitaban a mis agentes?

Hombre de traje: Por que ustedes conocen el terreno y las calles. La operación era pan comido.

Castillo: Ahora va a explicarme qué ocurre. Creo recordar que ha solicitado nuestra cooperación para más operaciones en nuestra zona. Puedo cancelarlas.

Hombre de traje: ¿Me está chantajeando?

Castillo: Así es.

Hombre de traje: Se trataban de unos infiltrados, iban por libre y querían vender secretos de la Yakuza de Liberty City, sus planes de expansión hacia el sur. Tomaron la idea que los Forelli tuvieron el año pasado. Es posible que se enteraran y decidieran asaltar el intercambio.

Castillo: No vuelva a ocultarme información.

Hombre de traje: Entiéndalo, Castillo, era necesario para proteger nuestras...

Castillo: Mi prioridad es la seguridad de los agentes bajo mi mando.


En ese mismo momento, en el Hospital del centro, el guardia que vigilaba a Sonny abandonó su puesto para ir a por un café. Cuando vio la taza que le había tocado, sonrió.

Guardia: Qué suerte, me ha tocado un full.

En ese momento, vio que todo estaba en silencio, por lo que se acercó a la recepción, para ver que las dos enfermeras estaban muertas, aunque sin ninguna herida evidente. El guardia hizo ademán de sacar su arma, pero un hombre vestido de negro sopó una cerbatana, dando lugar a que un dardo impactara contra ek aguardia, quien quedó tieso en milisegundos.

Poco después, Sonny despertó en una camilla. Estaba desorientado, pero el hospital se encontraba en un silencio sepulcral. El policía se dio cuenta de que tenía movilidad de brazos, pero no de piernas. Sonny hizo un esfuerzo y logró poner en movimiento su camilla, la cuál iba a ruedas. La puerta se encontraba abierta, por lo que puso dirigirse a la salida y llegar a un ascensor. Sonny se acercó como pudo y alargó su brazo para llegar al botón, al cuál llegó a presionar a duras penas. El ascensor epezó a subir. Mientras tanto, la mente de Sonny se llenaba de recuerdos.


Sonny iba con un comprador para encontrarse con otros dos hombres en un laberinto de contenedores del puerto.

Sonny: ¿Lo tenéis? - Uno de los dos hombres mostró el maletín. - Si eso, podéis abrirlo. No os costará nada.

Entonces, aquellos dos hombres mostraron muecas de dolos y cayeron al piso con heridas de arma blanca. Un hombre vestido al estilo oriental saltó desd euno de los contenedores y le hizo un tajo de arriba a abajo al acompañante de Cugan con una Katana. Sonny trató de sacar su pistola, pero el oriental fue más rápido y le asestó al policía otro profundo corte.

Sonny veía, borroso y desde el suelo, cómo entre tres tipos armados con aquellas espadas se llevaban el maletín que traían los otros, pero ignorando el dinero que traían él y su acompañante.




El ascensor llegó al piso donde se encontraba Sonny y abrió sus puertas. Sonny trató de entrar con la camilla en el momento en que dos orientales vestidos de negro llegaban al pasillo. Cuando vieron que Sonny trataba de escaparse por el ascensor, los sicarios dispararon sus cerbatanas, pero los dardos venenosos dieron en el metal de la camilla. Sonny entró en el ascensor y pulsó el botón de planta baja. Los orientales corrieron hacia el ascensor mientras este cerraba lentamente las puertas. Sonny sudaba mientras observaba con tensión cómo se cerraban las puertas. Finalmente, los sicarios no llegaron a tiempo y el ascensor se dirigía hacia abajo.

Mientras tanto, Sonny se incorporó, aunque no notaba las piernas.

Sonny: Vamos... vamos...

Lentamente, Sonny consiguió hacer reaccionar sus músculos inferiores y mover sus piernas. El policía trató de bajarse de la camilla, pero se cayó en la cabina del ascensor.

Sonny: Mierda...

Sonny se levantó con dificultad, apoyando su espalda en las paredes de la cabina. Las piernas le temblaban y parecían que no podrían sostenerlo. El ascensor estaba llegando a la planta baja y Sonny se preparó para salir corriendo.

Cuando se abrieron las puertas, Sonny salió a toda pastilla mientras los orientales llegaban y disparaban sus cerbatanas, sin acertar al policía, el cuál atravesó una ventana de cristal hacia el exterior, llegando al aparcamiento del hospital donde Gina aparcaba su coche.

Gina: ¡SONNY! ¿Pero qué estás haciendo?

Sonny: ¡CORRE!

Sonny corrió hacia el coche de Gina en el momento en que uno d elos orientales se asomó para disparar otra vez su cerbatana. El dardo dio en el coche de Gina y Sonny se cubrió tras él. Gina disparó su revolver hacia la ventana, pero el sicario se cubrió tras la pared, evitando el tiro.

Sonny: ¡VÁMONOS!

Los dos policías se montaron en el coche, Gina arrancó el mismo y salieron a escape, mientras los dos sicarios saltaron también por la ventana y se dispusieron a perseguirlos en un Yakuza Stinger.

Gina: Dios mío, Sonny, ¿qué es lo que pasa?

Sonny: No tengo ni idea... pero creo que no les caigo muy bien a esos tipos...

El coche de Gina cruzaba a toda velocidad el centro, perseguida por el Yakuza Stinger.

Oriental copiloto: Lo haremos a la antigua.

El copiloto sacó una Uzi y disparó al cristal trasero del coche de Gina. Ambos policías se agacharon como acto reflejo. Sonny le cogió el revólver a Gina y disparó varias veces hacia el descapotable que los perseguía, sin éxito. En ese momento, Sonny sintió mareos y se desmayó en el coche.

Gina vio que el torso de Sonny se estaba llenando de sangre, se le habían abierto las heridas.

Gina: ¡Oh, dios mío... no!

Gina esquivó a un camión por la izquierda, mientras que los japoneses lo hicieron por la derecha. El conductor se colocó más cerca del coche de Gina y su copiloto volvió a disaparar con la Uzi, destrozando los cristales derechos del mismo.

Gina, mientras tanto, trataba de reanimar a Sonny, hasta que se dio cuenta de que se había cruzado al carril contrario y estuvo a punto de chocar con otro coche. Gina dio un volantazo justo a tiempo para evitar el choque y giró hacia la izquierda. Los japoneses hicieron un trompo de freno d emano y continuaron persiguiéndola.

El copiloto recargó su Uzi y volvió a disparar al coche de Gina.

Copiloto: Ya son nuestros, acelera.

Pero en ese momento, Rafael hizo acto de presencia con el Stinger negro de Sonny]] y envistió por el lado izquierdo al Yakuza Stinger, lo cual pilló por sospresa a los japoneses, quienes se echaorn hacia la derecha y esquivaron un coche aparcado por la acera hasta que volvieron al carril. Rafael volvió a envestirlos por la izquierda una vez más hasta que el copiloto dispoaró su Uzi hacia atrás. Rafael frenó en seco y desde su posición sacó su revólver y disparó a la rueda delantera izquierda del deportivo japonés, el cuál giró en la carretera.

Rafael salió del coche y vio cómo el conductor salía con una pistola. El ex-policía ni se lo pensó y le disparó dos veces en el pecho. El copiloto salió del Yakuza Stinger y le apuntó con la Uzi, pero Gina le disparó por la espalda. Rafael se acercó a ella.

Rafael: ¿Estás bien?

Gina: ¡Ralph! ¿Qué haces aquí? - Pasaron unos segundos de silencio hasta que Gina volvió a hablar - Rápido, tenemos que llevar a Sonny a un sitio seguro, se está desangrando.

Rafael: El Stinger es más rápido.


Poco después, llegaron a un hospital ubicado en Little Havana. Los médicos ingresaron inmediatamente a Sonny en urgencias y varios agentes de seguridad se encargaron de su protección a petición de Gina, quien volvía con Rafael a su comisaría.

Gina: ¿Cómo es que has vuelto?

Rafael: Me enteré de que habían herido a Sonny. Primero fui a su barco para comprobar si estaba equivocado, pero... ¿qué demonios está pasando aquí?

Gina: Atacaron un intercambio. Ahora intentan matar a Sonny y acabar el trabajo.

Rafael: ¿A dónde vamos?

Gina: A comisaría.

Rafael: Preferiría que no...

Gina: Todos se alegrarán de verte, además, necesitamos tu ayuda. Hazlo por Sonny.


Cuando Rafael entró en la comisaría, todos lops agentes de servicio se le quedaron mirando anodadados. Switek y Zito dejaron de hacer lo que estaban haciendo y se levantaron. Trudy se levantó también, sin poder creer lo que veía y se acercó lentamente a Rafael, paara darle un fuerte abrazo. Swite y Zito también fueron a darle una calurosa bienvenida. Rafael atravesó la comisaría estrechando manos hasta que vio al Teniente Castillo salir de su despacho. Castillo se acercó a Rafael y le estrechó fuertemente la mano.

Rafael: Había oído que a Sonny.. bueno... quería ver cómo podía ayudar...

Gina: Nos ha salvado la vida, a mí y a Sonny.

Castillo: Estamos encantados de volver a verte. Trudy, Switek, Zito, entrad con nosotros a la sala de reuniones. Gina, usted encárgase personalmente de la seguridad de Sonny, no quiero otro altercado.


Castillo entró con sus agentes en la sala de reuniones y encendió un proyector.

Castillo: Me han informado que nos enfrentamos a la Yakuza, la mafia japonesa. Pretenden expandirse desde Liberty City hacia Florida. No los quiero en las calles y mucho menos después de lo ocurrido recientemente. He hecho indagaciones y - mostrando una imagen el proyector de un hombre japonés - he averiguado que la facción de Vice City la dirige este hombre, Takashi Mitchum.

Trudy: ¿Ese no es el embajador japonés?

Castillo: Inmunidad diplomática. Suele reunirse con sus hombres en un locali típico japonés de la ciudad. - Castillo pasó otra diapositiva, mostrando a un hombre cuya mano carecía de pulgares.

Rafael: ¿Qué le pasó a ese?

Castillo: La Yakuza pretende distinguirse de las demás organizaciones criminales estableciendo un sistema de códigos basados en parte en las antiguas cuestiones de honor de los samuráis del antiguo Japón, adaptándolo por supuesto a su estilo de vida. En este caso, una cuestión de honor en la Yakuza es cortarse el pulgar al fallar una misión, demostrando así su compromiso y recuperar su honor, así como una oportunidad de enmendar su error.

Switek: ¿Por qué el pulgar?

Castillo sacó una Katana y la desenfundó con desenvoltura. Aquella espada curvada mostraba un filo imponente.

Castillo: El pulgar es esencial para el manejo de la espada samurái. El ataque a la compra de los documentos sobre la Yakuza fue realizado con una de estas. Los hombres que la portan son expertos en el arte del Iaido, o arte de la espada. Son muy peligrosos.

Switek: ¿Y por qué la espada tiene el filo curvado? Es decir, ¿no sería más coherente que fuera recto?

Castillo: Eso tiene su explicación en que en la cultura japonesa, no existían los escudos, por lo tanto, se fabricaban este tipo de arma que sirviera tanto para el ataque como para la defensa. En occidente, se usaba el escudo para desviar el arma del contrincante para luego rematarlo con la espada, y así continuar la batalla. Los samuráis que iban al combate, no podrían hacer eso, por que carecían de dicho escudo. Como dato adicional, cuando los samuráis ancianos no podían manejar el peso de una espada real, usaban el bokken, o espada de madera, y mataban igualmente a sus enemigos.


Castillo les había dejado a todos con la boca abierta.

Rafael: Entonces, ¿qué hacemos?

Castillo: Usted ya no es policía, Rafael.

Rafael: Deje las reglas a un lado, Teniente, casi matan a dos agentes de la brigada y...

Castillo: Si a usted le pasara algo, tendría que explicar por qué he permitido que un hombre que ya no es agente de la brigada antivicio haya asumido un rol que ya no puede ostentar. Mientras tanto, iré a hablar personalmente con Mitchum.

Rafael: Tiene inmunidad diplomática.

Castillo: No puede ser interrogado oficialmente, pero no creo que se niegue a una pequeña charla. Ahora mismo se encuentra en el local.

Rafael: Yo voy.

Castillo: No puedo permitirlo.

Rafael: Cais matan dos veces en un día a mi mejor amigo. Sabe que voy a ir con usted por mucho que trate de impedirlo.

Castillo: ¿Tiene un arma?

Rafael: Mi 38.


Castillo cogió su Magnum del 44 y junto a Rafael, se montó en su Washington y condujo hacia el local japonés. Este tenía un decorado exterior muy detallado, y el interior era aún más impresionante. Objetos típicos d ela cultura oriental, como armaduras, esculturas de dragones, maniquíes con kimonos y réplicas de katanas abundaban por el local. Castillo llevó a Rafael a la sala superior, donde Takashi Mitchum se encontraba comiendo.

Takashi Mitchum: ¿Puedo preguntar quiénes son ustedes?

Castillo: Brigada antivicio.

Takashi: No pueden interrigarme. Inmunidad diplomática.

Castillo: Lo sé. No he venido a detenerle.

Takashi: Entonces... ¿a qué debo este inesperado placer?

Castillo: Quisiera que me dijera qué se propone expandiendo la Yakuza al sur.

Takashi: ¿Yakuza? Creo que se confunde, caballero.

Castillo: Puede que usted no pueda ser detenido, pero me aseguraré de echar abajo su organización.

Takashi: Creo que esta conversación ha terminado. Por favor, retírense.

Castillo: Entienda que usted no está en su país, sino en el nuesto, por lo tanto, es usted el Gaikokujin. No lo olvide.

Rafael: Le estaremos vigilando.

Takashi: Esta noche tenemos una ceremonia del té. Pásense si así lo desean, podrán apreciar que me encuentro en mi perfecto ambiente.


Castillo y Rafael salieron del local japonés.

Rafael: ¿Qué pretendía, Teniente?

Castillo: Ponerle nervioso.

Rafael: Pues no ha mudado su sonrisa ni un ápice. Parece estar muys eguro de sus posibilidades.

Castillo: Para los japoneses es un tabú denotar expresiones faciales negativas, pero como usted y yo sabemos muy bien, el exterior no siempre indica el interior.

Rafael: Me gustaría ver a Sonny.

Castillo: De acuerdo.


Castillo llevó a Rafael al hospital de Little Havanna, donde Gina estaba de guardia junto a otros agentes de seguridad.

Gina: Teniente, Rafael, todo está tranquilo.

Rafael: Voy a ver a Sonny.


Rafael entró en la sala y vio a su ex-compañero en la cama del hospital.

Gina: Los médicos le han estabilizado a tiempo.

Rafael: Recuerdo la primera vez que le ví. Le robé su Squalo y estuvo dándome el peñazo durante un tiempo para que se la devolviera. Fue cuando llegué a la ciudad.

Gina: Ha llovido mucho desde entonces.

Rafael: Ahora recuerdo la última conversación que tuve con él. Le dije que no quería volver a ser policía después de lo de Angelina.

Gina: Fue un golpe muy duro para tí.

Rafael: Cuando murió Angelina, quería alejarme de todo, de la ciudad, de todo lo que tuviera que ver con ella. Durante un año he estado persiguiendo a Orlando Calderón por todo el país, pero no he logrado encontrarle. Me he hecho a la idea de que hasta que no decida asomar la cabeza, no podré encontrarle.

Gina: ¿Qué harás cuando lo encuentres?

Rafael: No lo sé. Ahora me doy cuenta de que mi verdadera familia está aquí, con Sonny, con vosotros... huir de tus problemas sólo los aplaza, pero no los hace desaparecer. No aceptar tus vivencias hace lo contrario que ayudarte a superarlas.


Gina le puso una mano en el hombro a Rafael.

Gina: Calderón volverá, y le encontraremos, ya lo verás.

Rafael: No actuaré como un policía cuando le vea.

Gina: Todos nos hemos saltado las reglas alguna vez y hemos querido matar a alguien que se lo mereciera. Hace años estuve en un caso, infiltrada con un chulo llamado Darius Odione....

Rafael: A.k.a. Orión. Yo mismo le maté. Sonny me contó el caso cuando los Sonnenkinder te secuestraron.

Gina: Lo hubiera matado nada más verlo en la calle, seguramente. En la academia te enseñan muchas cosas, pero sólo la experiencia te enseña a afrontar situaciones así. Hay muchas veces que no podemos actuar como policías. Tú ya has perdido a un hermano y a una mujer en esta guerra. Orlando ha perdido a su padre y a varios de sus hombres. Ninguno va a ganar, por que los dos habéis perdido.

Rafael: Lo sé, pero uno no podrá vivir mientras el otro continue con vida.

Gina: Si matas a Orlando, seguramente vendrá un primo suyo de Colombia a buscarte. Si él te mata a tí, Sonny no descansaría hasta encontrarlo. Todos tenemos amistades y contactos. Puede que esa venganza personal continúe más allá de vuestras muertes, hasta tal punto de que los que continúen dicha guerra no sepan ni vuestro nombre, no el origen d ela misma, ni por qué están luchando. Sólo te pido que no veas a Calderón como el objetivo final de tu vida.

Rafael: Tienes razón en todo lo que has dicho, pero comprende que entre Orlando y yo, la cosa no tiene remedio. Debo encontrarle no sólo por que es mi deber, sino que se lo debo a Ricardo y a Angelina.

Gina: Llevas varios meses obsesionado con el tema. Ese tipo de obsesiones te comen por dentro y al final no te reconocerás a tí mismo.

Rafael: Sonny y yo trabajábamos de incógnito. Había veces que me daba la sensación de que perdía mi verdadera identidad cuando debía hacerme pasar por un sanguinario traficante ante el resto del mundo. A veces... me sentía como un verdadero traficante, incluso a veces, me llegaban imágenes vívidad de las historias que contaba a los traficantes, como si fueran recuerdos reales implantados.

Gina: Nadie dijo que fuera fácil.

Rafael: Sonny es fuerte. Saldrá de esta. Si de algo tengo fé, es en su resistencia. Ha estado en Vietnam y en muchas situaciones difíciles. Lo conseguirá, Gina. Lo conseguirá.


En es emomento, un mensajero llegaba en moto y entregó un paquete a nombre del Teniente Castillo a la comisaría. Como no estaba, Switek se encargó de recibirlo y de firmar los papeles. El repartidor se marchó y Switek posó la caja sobre una mesa.

Switek: Qué raro... no venía ningún nombre... - Switek decidió abrir el envoltorio.

Zito: Pero ¿qué haces? Eso es del Teniente, no tuyo. - Pero Switek se paró y puso su oreja en la caja.

Switek: Hace tic-tac...

Switek y Zito se miraron y poco depsués sus expresiones faciales adoptaron el horror más puro. Switek cogió la caja y la tiró por la ventana, rompiendo el cristal, pero antes de alejarse, provocó una potente explosión cuya ola de fuego penetró en una parte de la comisaría, destrozando los ordenadores y las mesas a su paso. Los policías se echaron al suelo mientras la llamarada consumía un peuqeño sector de la comisaría.

Switek y Zito se levantaron con dificultad, quitándose varios escombros de encima.

Switek: ¿Todos bien?

Varios policías se levantaron. A Zito le pitaban los oídos. Al principio andaban todos un poco desorientados, aunque pronto se recuperaron del susto. Varios policías se congregaron ante uno que había caído, dado que una barra de metal le había perforado el pecho.




Castillo y Rafael llegaron a la comisaría, para ver cómo se llevaban a un de sus agentes en una bolsa negra de plástico.

Rafael: ¿Qué ha pasado aquí?

Switek y Zito salieron a su encuentro.

Switek: Teniente, habían enviado un paquete para usted, anónimo. Era una bomba y la tiré fuera, pero explotó antes de quedar lo suficientemente lejos. Nuggie ha caído, señor.

Castillo: Esto ha sido obra de Mitchum.

Switek: ¿Cómo está tan seguro, Teniente?

Rafael: Con su inmunidad diplomática puede campar a sus anchas, aparte, eran dos japoneses los que perseguían a Gina y a Sonny.

Castillo: Evacúen la comisaría. No sabemos si puede haber más trampas.

Rafael: ¿Qué vamos a hacer, Teniente?

Castillo: Trudy, Rafael, reforzad la seguridad en el hospital de Little Havana. No me importa a quién enfadéis. Switek, Zito, vigilad el local de Mitchum con la furgoneta. Quiero saber con quién se reúne. Grabad las conversaciones.

Switek: ¿Sin una orden?

Castillo: Hágalo.


Había caído la noche y Castillo se encontraba en su casa. Había terminado de cenar y estaba leyendo una carta de su mujer, de Tailandia. Castillo fue a la cocina cuando de repente, un oriental vestido de negro le atacó con un cuchillo. Castillo se defendió con un rápido movimiento y le clavó el mismo cuchillo en el costado. El Teniente se volvió y vio que al fondo del pasillo se encontraba otor hombre armado con una Katana. El japonés corrió hacia él con la espada en ristre mientras que Castillo desenfundaba su Magnum 44 y disparaba una de sus potentes balas al segundo agresor, quien había recortado mucha distancia y había estado a poco de cortar a Castillo con la espada.

El Teniente registró su casa, pero no encontró a más asesinos, por lo que cogió su teléfono y marcó un número.

Una hora después, Castillo había reunido a Rafael, Trudy, Switek y Zito.

Castillo: Le han declarado la guerra a la policía. Primeor el ataque contra Sonny, luego la bomba y ahora en mi casa.

Rafael: ¿Qué vamos a hacer, Teniente?

Switek: Van a celebrar una ceremonia del té, esta noche. Quizá...

Castillo: Eso no es ilegal.

Rafael: Si vamos por procedimientos legales, no viviremos un nuevo día. Van a por nosotros.

Trudy: Rafael tiene razón.

Zito: ¿Qué hacemos, Teniente?

Castillo: No me gusta lo que voy a decir, pero se trata de una cuestión de supervivencia. No tengo autorización para liderar un escuadrón del SWAT, y para esto, sólo puedo confiar en ustedes.

Rafael: ¿En qué está pensando?

Castillo: Debemos echar la puerta abajo. Esa gente son asesinos peligrosos, especializados en el arte de matar. Seguirán insistiendo. No podemos investigar a Takashi Mitchum dada su condición de diplomático. No podemos tocarle, pero si no lo hacemos, acabará con nosotros uno a uno. Debemos anticiparnos.

Rafael: ¿Qué se propone?

Castillo: Rafael, quiero hablar con usted en privado.


Castillo se llevó a Rafael a otra sala.

Rafael: Teniente... me está intrigando.

Castillo: Lo que voy a proponerle es algo que no debe salir de aquí. En el Vietnam estuve implicado en operaciones de dudosa moralidad. Misiones de asesinato, extracciones de sujetos a la fuerza, un largo historial encubierto por el gobierno.

Rafael: ¿Quiere que entremos por la fuerza y nos llevemos a Mitchum?

Castillo: No. No quiero secuestrar a Mitchum. Vamos a entrar por la fuerza y vamos a matarlo.

Rafael: Teniente, yo creía que a usted no le gustaban las venganzas personales ni...

Castillo: Esto es una guerra declarada. Si queremos sobrevivir, no tendremos otra opción que atacar primero. Algo similar sucede entre usted y Orlando Calderón. Usted le mataría antes de que él pudiera ejecutar algún movimiento en su contra.

Rafael: Tiene razón.

Castillo: Sólo puedo confiar en usted.

Rafael: Lo haré. Por Sonny.

Castillo: Pero tenga en cuenta esto. Se trata de una situación excepcional de peligro. Una vez que justifique por primera vez este tipo de acciones, le será mucho más fácil justificar una segunda, y las que vengan posteriores. Si sobrevivimos, quiero que sepa que todo volverá a ser como antes y que no permitiré que usted o Cougan acomentan acciones similares a la que vamos a realizar esta noche. Después de lo que ocurra hoy, no se volverá a hablar del asunto, y si fuera necesario, denunciaré este tipo de acciones en su contra, en caso de que quiera repetirla con otros delincuentes. ¿Lo ha entendido?

Rafael: Sí, Teniente.

Castillo: No me llame Teniente. Hoy ni usted ni yo somos policías. Espero que pueda sobrellevar esta carga, por que cuando todo acabe, volveremos a actuar estríctamente según el sistema.

Rafael: Lo he entendido.

Castillo: Ármese.


Rafael sacó su recortada.

Rafael: Estaba en mi taquilla.

Rafael también mostró su 38, mientras Castillo desenfundó su Magnum 44, para luego coger su Katana y observarla con detenimiento.


Al hospital de Little Havana habían llegado Trudy, Switek y Zito.

Trudy: Gina, ¿alguna novedad?

Gina: Nada por el momento. Todo está tranquilo.

Pasaron unos minutos hasta que Switek oyó pequeños ruidos por encima de sus cabezas.

Switek: ¿Lo oís?

Trudy: ¿Oir qué?

Switek: Los conductos de ventilación...

Switek sacó su pistola y entró en la habitación de Sonny, donde estaba este tumbado sin darse cuenta de nada, y a su lado un sicario japonés vestido negro con una jeringuilla. Switek instintivamente le disparó dos veces en el pecho. El matón cayó al piso muerto.

Zito: Mierda. ¿Tienes un sexto sentido, acaso?

Switek: Sólo lo he oído, cómo se arrastraba por los conductos...

Gina y Trudy examinaron al muerto y vieron que tenía un pulgar amputado.

Gina: Esto no acabará.

Trudy: Confiemos en el Teniente y en Rafael. No no queda otra.


Castillo y Rafael se encontraron de frente al local japonés de Takashi Mitchum.

Castillo: Una vez entremos, no habrá vuelta atrás. No volverá a ser el mismo Rafael Turner aunque crea que ha hecho lo correcto.

Rafael: Vamos.

Castillo desenfundó su Katana mientras que Rafael sacaba su recortada.

Rafael: ¿Va a pelear contra ellos con una espada?

Castillo: A corta distancia, es mejor un arma blanca que un arma de fuego. Usted tendrá que recargar, no lo olvide.


Castillo y Rafael entraron en el local japonés, con sus armas en ristre. Takashi Mitchum parecía haberlos estado esperando todo este tiempo, dado que los observaba desde arriba.

Takashi Mitchum: Nuevamente les pregunto, ¿a qué debo este inesperado placer?

Castillo: Venimos a por usted, Mitchum.

Takashi Mitchum: ¿Trae una orden, Teniente?

Castillo: No necesitamos ninguna orden.

Takashi Mitchum: Comprendo.


En ese momento, se abrieron varias puertas ocultas y aparecieron varios hombres vestidos de ninjas, contrajes de negro y armados con Katanas. Castillo y Rafael se prepararon para el enfrentamiento.



Castillo estaba en su casa, marcando un número en su teléfono.

Castillo: Rafael, reúne a Trudy, a Switek y a Zito en la sala de reuniones de la comisaría. Inmediatamente.

Castillo colgó el teléfono y fue el primero en llegar a la sala de reuniones. Mientras esperaba la llegada del resto, sacó un libro de cuentos japoneses.


La derrota del guerrero

El maestro Toshin era el mejor espadachín de su clan. Todos los demás samuráis le reverenciaban. El Shogun sentía celos y ordenó a Toshin que matara a todos los habitantes de un pueblecito de pescadores como símbolo de lealtad. Toshin, claro está, se negó a cometer tal injusticia, dado que hubierta mancillado su honor. Se volvió un proscrito de su clan que se volvió contra él, así que se llevó a su familia a la montaña, a vivir con los animales. El clan envió a sesinos para matarles, pero ninguno regresó. Toshin sabía que no podía proteger a su familia para siempre. Finalmente, el clan envió a su mejor amigo, un hombre que era como un hermano para él. No tenía más remedio que obedecer al clan. Toshin bajó de las montañas a la playa para pelear con su amigo. Se enfrentaron con las espadas en alto. Cuando empezó el combate, Toshin fue más rápido, pero no realizó un corte profundo, sólo le rozó, dándole tiempo a su amigo para matarlo de un sólo golpe. Toshin murió con honor.

Castillo pasó las páginas para detenerse en otro cuento.

El gato del samurái

Un hombre de una aldea de pescadores había presenciado una masacre por parte de un clan de espada. Al presenciar tal atrocidad, decidió aprender el noble arte de la espada samurái para poder vengarse, por lo que acudió a un veterano maestro de las montañas. El pescador le explicó su situación y el maestro le dijo que antes de empezar el entrenamiento, debía pescar para él, con la compañía de su gato. El pescador aceptó, pensando que no sería tarea difícil, pero en seguida se dio cuenta de que cada vez que pescaba un pez, el gato del maestro lo devoraba con gran voracidad. Harto de aquella situación, el pescador mató al gato, pero al darse cuenta de lo que había hecho, decidió huir para evitar la cólera del maestro. Sin embargo, durante su semana de aislamiento, oía el maullido del gato en su cabeza, durante todas las horas del día. Sin saber qué hacer, decidió volver con el maestro para contar la verdad. Este, impasible, le cedió su espada y le ordenó quitarse la vida. Cuando el pescador estaba a punto de hacerlo, el maestro le ordenó parar y le preguntó si oía el maullido del gato. El pescador negó con la cabeza, su cargo de conciencia ante la perspectiva de la muerte había desaparecido


En ese momento, llegaron Rafael, Switek, Zito y Trudy.

Rafael: ¿Qué ocurre, Teniente? ¿Qué está leyendo?

Castillo: Cuentos del antiguo japón. Hay uno muy interesante. Estaba un experto en la ceremonia del té y un samurái, el cuál se sentiría ofendido por cualquier circunstancia, le retó a un duelo para esa misma tarde. El maestro del té fue a ver a un maestro de espada, al cuál le explicó la situación: Él nunca había cogido una espada y aquel señor era un guerrero del campo de batalla, y que ya que no tendría tiempo para aprender a combatir, le pidió que le enseñara a "no hacer el ridículo" en la fecha de su muerte. El maestro le preguntó que qué sabía hacer y el maestro del té le dijo que sabía realizar de forma perfecta dicha ceremonia. El maestro le pidió una demostración. Acabada esta, el maestro de espada le contó que esa es la actitud que debería llevar en el combate. Llegada la fecha del duelo, los contendientes se encontraron frente a frente. El maestro de ceremonias levantño su espada en alto, visualizando la ceremonia que tan perfectamente realizaba, cerró los ojos y se concentró. Pasado un tiempo, cuando se dio cuenta que no notaba corte alguno, abrió los ojos. El samurái había huído.

Rafael: Precioso, pero no lo cojo.

Castillo: Es la actitud del combate, Rafael, puede contar en ocasiones mucho más que la propia experiencia de combatir, muestras al enemigo seguridad y control, y eso, puede echarlos para atrás.

Ninguno de los agentes bajo el mando de Castillo articuló palabra alguna.

Rafael: ¿Para qué quería vernos, Teniente?


Lugar: Local de Takashi Mitchum.


En ese momento, se abrieron varias puertas ocultas y aparecieron varios hombres vestidos de ninjas, contrajes de negro y armados con Katanas. Castillo y Rafael se prepararon para el enfrentamiento.

Uno de los japoneses dio un grito de guerra y atacó con la espada a Castillo, pero este respondió con un corte vertical, desviando el sable de su enemigo y provocándole un profundo corte. Tras unos segundos de tensión, todos los Yakuza atacaron con las katanas a los dos policías, quienes se separaron para contener a los enemigos.

Cinco se enfrentaron a Castillo, quien cortó al primero con un tajo lateral por la izquierda, al segundo le clavó al espada en el corazón y la volvió a sacar para crtarle la cabeza al tercero. El cuarto Yakuza corrió hacia ñel con el sable en alto, pero Castillo le derribó mediante un barrido corporal a las piernas, provocando que el Yakuza diera una voltereta en el aire. El quinto atacó con un corte vertical, pero Castillo dio un corte en diagonal, lanzando lejos el sable del otro para luego darle una estocada en el corazón.

A Rafael también le vinieron encima varios enemigos. A los primeros les disparó con la recortada, hasta que uno de ellos se le acercó con un cuchillo y se le echó encima. Rafael se echó hacia atrás, llevándose a su agresor consigo y levantó las piernas para impulsarlo contra la pared. Rafael vio que se le acercaban otros dos espadachines, por lo que los disparó desde el suelo con la recortada. De repente, empezaron a salir varios enemigos desde puertas secretas del local. Rafael disparó a los primeros con la recortada, pero se quedó sin munición.

Rafael: Mierda...

Uno de los espadachines corrió hacia él y Rafael fue a la pared, cogió una lanza y empaló a su enemigo, para luego lanzar su cuerpo contra los espadachines. Uno d elos Yakuza se acercó por el lateral y atacó con la katana, peor Rafael se agachó para esquivar el tajo y usó la recortada para propinarle un fuerte culatazo al enemigo. Justo cuando Rafael pensó que estaba tranquilo, empezó a cargar la recortada, peor no había cargado ni tres cartuchos cuando desde arriba saltaron otros dos tipos, dando unas espectaculares volteratas, para dirigirse hacia él. Uno de ellos utilizó una bola de pinchos contra Rafael, pero este rodó para esquivarla, la cuuál abrió un boquete contra la pared. Rafael le disparó al japonés con la recortada. El segundo saltarin sacó dos cuchillos pequeños, peor Rafael ni se lo pensó y le disparó al pecho con su arma. En ese momento, desde arriba, otro Yakuza le disparó con una cerbatana y Rafael cogió una escultura dragón y se la puso delante para esquivar el dardo venenoso. Luego cargó otro cartucho en su recortada y disparó al tirador, haciéndolo caer el piso de abajo. Otro enemigó le lanzó un cuchillo a Rafael, peor este se cubrió con la escultura que había cogido y se echó al suelo, sacando su revólver para disparar al Yakuza. Otro más apareció desde otra puerta secreta, pero Rafael se laventó, se echó a la pared y le pegó dos tiros.


Mientras tanto, Castillo estaba en medio de un intenso combate de espada. Tras cortar a otro enemigo, lanzó un ataque directo con el filo, atravesando a dos Yakuza como si se trataran de pinchos morunos. Sin embago, la espada no salía, por lo que Castillo la soltó justo en el momento en que otro oriental atacó con un corte diagonal. Castillo lo esquivó y le pegó un puñetazo en las costillas, para luego romperle el cuello y usar el cuerpo como escudo contr aun ataque que le venía por detrás. Castillo cogió la katana del cadáver que sujetaba y aprovechó para matar a otro enemigo que venía de frente.

Un Yakuza se colocó arriba y disparó con un fusil Arisaka de la segunda guerra mundial, pero sólo acertó a uno d esus compañeros que estaba cerca de Castillo. Rafael lo vió y le disparó con el revólver, matando al tirador y haciendo que el arma cayera al piso de abajo. En ese momento, se abrieron más puertas secretas. Rafael disparó a los enemigos con el revólver hasta que se quedó sin balas. Un Yakuza se dirigió a él con el sable en alto, pero Rafael cogió un extintor y se protegió con él de la estocada. El sable se quedó atascado en el extintor y Rafael se había vuelto a quedar de espaldas al suelo, sólo que esta vez extendió sus piernas hacia adelante y se quitó al Yakuza de encima, para luego levantarse con el extintor y accionarlo para expulsar el contenido de este, dejando aturdidos a los espadachines. Entonces, Rafael le propinó un golpe con la base del extintor al Yakuza más cercano.

Castillo, de un corte lateral, se deshizo de dos enemigos a la vez y corrió hacia donde se encontraba el fusil Arisaka, el cuál utilizó para disparar al Yakuza más cercano. Como era un fusil de cerrojo, Castillo introdujo la siguiente bala en la recámara y disparó a otro Yakuza que venía a por él. Castillo accionó la corredera para introducir otra bala y disparar a un tercer Yakuza. Luego intentó dusparar a un cuarto, pero el fusil no tenía más balas. Castillo se echó al suelo cuando vio que el Yakuza le arrojaba un cuchillo, el cuál pasó volando cerca de Castillo y se clavó en la pared. Castillo, desde el suelo, vio que uno d elos cadáveres tenía varios surikens o estrellas ninja, las cuáles cogió y con gran maestría, lanzó la primera contra el rostro del Yakuza del cuchillo arrojadizo. Castillo siguió lanzándo certeros surikens contra los Yakuza que iban a por él, hasta que se quedó sin ellos. Un enemigo se posicionó aarriba y disparó a Castillo con una Uzi.

Castillo corrió hacia la pared y cogió el cuchillo arrojadizo, para luego rodar y lanzárselo al pecho del tipo. La Uzi cayó al piso inferior y fue recogida por Rafael, quien la usó para acribillar a un grupo de espadachines que le venían de frente. Rafael avanzó y vio que otro grupo bajaba por las escaleras, por lo que les disparó sin piedad una ráfaga de balas hasta que se le agotó la munición.

Castillo subió por las escaleras, con la katana en la mano derecha y el Magnum 44 en la izquierda. Una puerta se abrió delante de él, pero Castillo disparó el Magnum al agresor sin siquiera mirarle. Otro grupo de espadachines salió a su encuentro. Castillo cortó a los dos primeros que venían mediante cortes diagonales, pero vio que eran muchos y saltó desde el segundo piso hacia una lámpara colgante. Un Yakuza también saltó a la lámpara, peor Castillo le atrevsó el tórax con la katana. Un Yakuza lanzó una estrella ninja de gran tamaño contra la cadena que sujetaba la lámpara al techo, seccionándola y haciénsola caer hacia abajo. Castillo saltó al piso antes del impacto de la lámpara y rodó. Un Yakuza saltaba hacia él con el filo del sable apuntándolo como para empalarlo al suelo. Castillo rodó a la derecha y el sable se quedó clavado en el suelo. Castillo disparó al saltador con el Magnum 44, y lueog vio que otro saltaba hacia él con la misma intención que el anterior, sólo que esta vez, Castillo le disparó en vuelo, deteniendo al Yakuza en el aire.

Entonces, los cinco Yakuza que quedaban en el piso superior sacaron varios estrellas ninja cada uno, pero Rafael había subido por las otras aescaleras y les fue disparando uno a uno con la recortada, matándolos en cada disparo. Uno de los Yakuza le lanzó una estrella ninja, la cuál se clavó en el hombro de Rafael, peor este le disparó con la recortada, haciendo caer al japonés a una piscina de sangre en el piso inferior. Otro Yakuza slaió sorpresivamente por una puerta tarsera, peor Rafael cogió el revólver con la otra mano y le disparñó dos vecez en el pecho. Castillo desde el piso de abajo acertó con el Magnum 44 a ese mismo Yakuza en la cabeza.

Tras unos segundos de tranquilidad, Castillo recogió su katana y se dirigió a Rafael.

Castillo: ¿Se encuentra bien?

Rafael: Me ha destrozado el hombro...

Castillo: Se recuperará. Sigamos.

Castillo cargó su Magnum 44 y Rafael cargó su recortada y avanzaron hacia una sala de reuniones con decoración típicamente japonesa. Allí les esperaba otro grupo de espadachines, pero Castillo con el Magnum y Rafael con la recortada los fueron aniquilando uno a uno en cada disparo, sin darles oportunidad a los Yakuza siquiera a acercarse. Una vez terminado el tiroteo, Castillo enfundó su revólver y se armó con la katana, y ambos policías salieron al exterior.

Allí estaba Takashi Mitchum, de rodillas, realizando ante ellos un ritual de espada. Rafael le apuntó con el revólver, pero Castillo le detuvo.

Rafael: ¿Qué hace, Teniente?

Castillo: Alto.

Mitchum se levantó con la espada en ristre.

Mitchum: Ha luchado como un samurái. Le daré la oportunidad de morir como tal.

Castillo: ¿Se refiere a un duelo?

Rafael: ¿¡No irá en serio!?

Mitchum: Prefiero matarle con el filo de mi espada. Ha estado en mi familia durante generaciones.

Castillo: No saldrá de aquí vivo, lo sabe.


Mitchum y Castillo sacaron sus Katanas y se apuntaron a los ojos a una distancia prudencial, los filos no se tocaban por un centímetro. Se quedaron así, sin moverse durante unos segundos que a Rafael se le hacían eternos. Rafael contemplaba cómo aquellos dos personajes se apuntaban al rostro con las armas, sin saber qué hacer. En ese momento, en una milésima de segundo, ocurrió.

Mitchum y Castillo levantaron las katanas casi a la vez y realizaron un movimiento casi simétrico en vertical para cortar al contrario. El sable de Castillo desvió el de Mitchum y le cortó al Yakuza de arriba a abajo. Takashi Mitchum cayó muerto en el sitio, mientras Castillo empezó a sujetarse el brazo izquierdo, en el cual tenía un corte.

Rafael: Pero Teniente, ¿cómo lo ha hecho? Si los dos han hecho el mismo movimiento...

Castillo: No se confunda, Rafael. Él ha atacado primero y yo después. Se trata de un movimiento llamado Kiriotoshi. De un corte vertical, desvías el sable del otro para cortarle, es otra utilidad de la curvatura de la espada. Sin embargo, Mitchum era bueno, no he logrado desviar su sable a tiempo y ha llegado a cortarme. No es grave.

Rafael: Será mejor que nos vayamos.

Castillo: Recuerde, Rafael, esto ha sido una situación de excepción. De ahora en adelante, seguiremos el sistema como siempre lo hemos hecho y no quiero cuestiones acerca de ello.

Rafael: Sí, Teniente.


Castillo y Rafael se alejaron de aquel campo de batalla. El segundo fue al hospital.

Switek: ¿Cómo ha ido?

Rafael: Están fuera. Ya no hay peligro.

Todos sonrieron y suspiraron de alivio. Rafael entró en la sala para ver a Sonny, quien seguía tumbado inconsciente.

Gina: Sigue igual.

Rafael: Castillo no quiere volver a hacer mención a este caso. No parece muy contento por el hecho de haberse tenido que saltar las reglas. Quiere que todo vuelva a ser como antes desde ahora.

Rafael se acercó a Sonny y le presionó el hombro. Durante una fracción de segundo, le pareció que Sonny sonreía.


THE END.

Advertisement